La convocatoria fue bautizada con el irresistible nombre de «Los extraterrestres nos crearon en laboratorios». De hecho, cuando hace una semana apareció la convocatoria en Facebook y en distintos flyers colgados por todo Moscú, parecía tratarse de una broma, dice la edición Vice News.
Sin embargo, llegaba con un día de retraso respecto al día de los inocentes — en gran parte del mundo occidental el día de los Santos Inocentes se celebra el 1 de abril.
Claro que la convocatoria era real y se celebró el sábado pasado en el centro de Moscú, en el interior de un hotel que se levanta frente al ministerio de Asuntos Exteriores ruso. Los integrantes de la secta son en su mayoría rusos y suizos y se llaman a sí mismos Movimiento Raeliano. Ellos mismos nos describen frugalmente sus creencias: la vida en la Tierra fue creada por genetistas de una raza alienígena conocida como la raza de los «elohim». Estos habrían creado la vida en la Tierra con el objetivo de regresar en 2035.
Entonces volverán acompañados de sus portentosos aparatos tecnológicos, unos dispositivos 25.000 años más sofisticados que los nuestros. Los elohim, de hecho, disponen de una flota de robots. Gracias a ellos los humanos no tendremos que trabajar nunca más una vez estén de vuelta. Será una nueva era de paz y facilidades, y todo lo que la humanidad necesita hacer para abrazarla es construir «una embajada extraterrestre», en la que dar la bienvenida que se merecen, después de tantos años, a los seres del espacio exterior que nos parieron.
El periodista automovilístico francés Claude «Rael» Vorilhon fundó el movimiento en 1974. Los raelianos insisten con la idea de construir la embajada desde entonces. Ahora han decidido un nuevo emplazamiento para su sede: Rusia. Y es que Rael es un devoto del presidente ruso Vladimir Putin.
Jean-Marie Briaud, el responsable de la delegación suiza de la secta, explica a VICE News que la reciente campaña paramilitar de Rusia en apoyo al dictador sirio Bashar al-Assad, es una manera de contrarrestar las ínfulas probélicas de Estados Unidos y de su aliados europeos. Según postula, la compleja ideología raeliana, además de construir la embajada extraterrestre, implica que los terrícolas «tienen que dejar de agredirse los unos a los otros y al medioambiente», si quieren volver a ver a los creadores de vuelta por nuestras tierras.
«En Francia, los estadounidenses son los amos. François Hollande es una marioneta. Y David Cameron, otra», cuenta Briaud en alusión al presidente francés y al primer ministro británico. «Si Estados Unidos les dice ‘bombardead Libia’, ellos van y lo hacen. Así que a Rael le preocupan especialmente las acciones de Putin. Los rusos tienen más intereses en defender la paz que los otros. Ellos buscan una manera diplomática de resolver los conflictos. No quieren saber nada de la guerra. Así lo hemos visto en Siria».
Cuando se le pregunta si la campaña de bombardeos del Kremlin en Siria, una campaña que Amnistía Internacional ha denunciado como constitutiva de crímenes de guerra, es pacífica, Briaud contesta que los raelianos «nunca dijeron que Putin sea perfecto». Claro que Briaud cree que si no llega a ser por la intervención de Rusia, «Siria no existiría». Otro miembro de la secta, Phillippe Chabloz, también ha advertido durante una presentación que una presunta nave espacial habría sido filmada mientras sobrevolaba la ciudad natal de Putin, San Petersburgo, el 22 de marzo.
El sábado pasado, cuando los miembros de la audiencia interrumpieron la presentación para preguntar si el presidente ruso estaba al tanto de los planes de formar una «embajada extraterrestre», Briaud contó que los raelianos habrían escrito recientemente sendas misivas, una dirigida a Putin y otra para el primer ministro Dimitri Medvedev. En las cartas los raelianos reclamaban cuatro kilómetros de tierra, que les fuera concedido el estatus de extraterrestres, y les invitaban al evento del sábado.
Claro que no hubo rastro de los líderes rusos. Y lo cierto es que parece altamente improbable que alguien en el Kremlin si quiera considere aprobar la propuesta del grupo. La presentación del sábado, de hecho, parecía más orientada a reclutar a nuevos adeptos, que a construir embajada alguna. Y lo cierto es que parece que los raelianos tuvieron cierto éxito en el frente reclutador.
En los años noventa, los años en que se derrumbó el proyecto ateo de la Unión Soviética y en que la recesión económica golpeó de nuevo a Rusia, el país de Putin se convirtió en un profuso jardín donde crecían toda clase de sectas. Particular y tristemente memorable fue la secta apocalíptica japonesa Aum Shinrikyo, que en aquella época obtuvo decenas de miles de seguidores en Rusia, más de los que tenía en Japón, de hecho. Rusia prohibió al grupo en 1995, el mismo año en que sus miembros perpetraron un abyecto atentado en el metro de Tokio con gas sarín. El atentado se saldó con la muerte de 13 pasajeros, mientras que centenares quedaron heridos. Aum Shinrikyo continúa activa en Rusia. Hace poco Montenegro deportó a 58 extranjeros, entre los que se contarían 43 rusos, de quienes se sospechaba que podrían ser miembros de dicha secta.
La actividad del grupo disminuyó drásticamente después de los 90. Sin embargo, a día de hoy vuelve a repuntar. Así lo asegura Alexander Dvorkin, un profesor de la universidad ortodoxa de St.Tikhon que se dedica al estudio de las sectas religiosas. Dvorkin declaró en enero a la agencia de noticias Interfax que en Rusia habría unas 700.000 personas seguidoras de sectas, y asegura que los entre 15 y 20 cultos que cada año prohíbe el ejecutivo del Kremlin, son poco menos que una gota perdida en el océano».
«Lo que los raelianos intentan hacer es darle un nuevo empujoncito a las sectas que han estado más activas durante las últimos dos años», relata Dvorkin a VICE News. «Durante los dos últimos años las sectas se han vuelto a popularizar, así que los raelianos se suman a esa tendencia».
Según cuentan los raelianos su profeta, Vorilhon, habló ante 1.200 personas cuando visitó Moscú en 1993. Claro que parece que, a día de hoy, los miembros de la secta en Rusia son muchos menos — en realidad nadie sabe cuantos son realmente. Dvorkin, en cualquier caso, ha dicho que el clima que se respira actualmente en Rusia es perfecto para reclutar a nuevos adeptos.
«El mundo está en crisis, el país está en crisis, y la gente está preocupada por las relaciones internacionales, por las formas de vivir convencionales, que son más precarias de lo que eran», asegura Dvorkin. «Y cuando la gente está preocupada y estresada, entonces son mucho más vulnerables. Y eso es a lo que se dedican las sectas: a reclutar a gente que está vulnerable».
Los rusos también han sido proverbialmente de lo más receptivos a las teorías de la conspiración. Eliot Borenstein, un profesor de estudios rusos y eslavos en la Universidad de Nueva York, defendía en un artículo reciente que las raíces de estas tendencias sectarias hay que buscarlas en la era soviética, cuando eran tan raro encontrar ninguna verdad entre la propaganda que «no solo facilitó que se propagara el escepticismo respecto a los anuncios oficiales del régimen, sino que dejó un vacío de conocimiento que, a menudo, era rellenado con especulaciones y rumores».
Desde el principio de la crisis de Ucrania, los medios de comunicación del estado ruso, han subrayado cada vez más la idea de que la verdad es relativa. Así, se han emitido toda suerte de teorías de la conspiración sobre las manifestaciones del Euromaidán y sobre la caída del vuelo 17 de Malasia Airlines sobre Ucrania.
Si bien Putin y Medvedev no aparecieron en la presentación raeliana del sábado, sí que lo hicieron más de 100 curiosos. Algunos querían adquirir parafernalia que llevara estampado el escudo del grupo, que es una esvástica enhebrada sobre una estrella de David. Otros se aproximaron simplemente a hacer preguntas como: «¿Creéis que la embajada extraterrestre tendrá un bar? ¿Alguna posibilidad de que busquen camareros?».
Otros más parecían genuinamente interesados, como el psicólogo Alexander Kupriyanov, que acudió al encuentro en compañía de su hija y de una amiga de esta, procedentes de la ciudad de Bryansk. Tras finalizar el evento Kupriynanov aseguró que todavía necesitaba pensar un poco más para opinar, pero que le gusta el hecho «de que intenten construir algo, no por dinero, ni con la intención de destrozar cosas para luego beneficiarse económicamente como todo el mundo acá».
También dijo que no le molestaba que el grupo esté considerado por mucha gente como una secta. «También se podría decir lo mismo de los partidos políticos, parecen sectas. Y los primeros cristianos también fueron una secta».
Una bióloga que quiso identificarse como Natalya a secas también se mostró partidaria de la causa raeliana.
«En cualquier esfera, en la ciencia, e incluso en la biología molecular existen una serie de dogmas», cuenta. «Y uno tiene que ser abierto, y, al mismo tiempo no dejarse arrastrar ni por el misticismo ni por los sinsentidos».
Natalia también piensa que la idea de que la Tierra fue creada por marcianos «no puede ser descartada».
«Es posible», dice.
Autor: Alec Luhn
Fuente: Vice News en español