El 30 de junio, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó un decreto por el cual renombró algunas unidades y divisiones militares usando los nombres de las ciudades y de otros lugares de Ucrania, Bielorrusia, Alemania, Polonia y Rumania. Según la Radio Liberty, este paso encarna la aspiración de «preservar las gloriosas tradiciones militares e históricas, y alimentar la lealtad a la patria y al deber militar entre el personal militar». Esta medida, sin embargo, significa la vuelta a la política imperialista de los tiempos estalinistas cuando las divisiones mencionadas no solo lucharon contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, sino que también ocuparon los territorios de los países libres durante el período de entreguerras.
Según el decreto, el ejército ruso ahora tiene divisiones con los nombres de Lviv, Zhytomyr, Nizhyn, Varsovia, Berlín, Vitebsk, Slonim y Transilvania. Anteriormente fue Stalin quien dio esos nombres a las divisiones del ejército. De esta manera, él estaba creando la mitología de la Segunda Guerra Mundial y el papel del Ejército Rojo en ella.
Teniendo en cuenta la actual política del Kremlin hacia Ucrania cuando la unidad territorial de un país soberano está en peligro, estos pasos de Putin deben ser vistos no solo como un truco chauvinista y barato de las relaciones públicas para acumular capital del sangriento pasado imperialista, sino también como una seria amenaza para los vecinos.
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