Fuente: Global Voices en español
Autor: Kevin Rothrock, traducido por Gabriela García Calderón Orbe
Cada cierto tiempo, RuNet Echo traduce comentarios particularmente reveladores que aparecen en los medios rusos. En mayo, el sitio web Znak.com publicó un artículo del columnista Oleg Kashin sobre la aplicación de mensajería Telegram, centrado en el aumenmo de “canales” dedicados específicamente a difundir rumores políticos anónimos. Kashin sostiene que el miedo de las autoridades rusas al escrutinio ha ayudado a alentar la legitimidad de contenido de noticias que eran relegadas a los sitios web de conspiraciones, mientras los periodistas tradicionales y críticos pierden el interés del público.
Qué pasa con los canales políticos en Telegram
por Oleg Kashin
La aparición de canales de Telegram en 2016 transformó lo que era una mensajero popular en una red social, y además de la pregunta que siempre hacemos sobre nuevas redes sociales en estos días (¿alzarán vuelo o no?), hay otro enigma básico: ¿quién será la principal base de usuarios y quiénes serán sus estrellas?
Nunca se sabe: una red soñada para expertos en tecnología puede terminar como un refugio para alegres escolares, o al revés. Los primeros canales de Telegram pertenecían a personass ya establecidas en otras redes sociales. Trajeron los mismos nombres, las mismas discusiones y un lenguaje familiar. En ese tiempo, en sus primeros meses, los canales de Telegram eran una red social sin cara —hasta que apareció “Nezygar”.
Esto ocurrió no mucho después del lanzamiento del libro de Mikhail Zygar, “All the Kremlin’s Men” ((Todos los hombres del Kremlin). El editor en jefe de la estación de televisión independiente Dozhd (que dejó su trabajo poco después del éxito de su libro, lo que dio origen a rumores de que los habían despedido porque ofendió a las personas mencionadas en su libro) escribió un fascinante relato de no ficción de los primeros 15 años de Putin en el poder. El tono imparcial de Zygar, su certeza de quien ve las cosas desde dentro (el autor suena como si se escondiera entre los juncos cuando Putin y Medvedev fueron a pescar y acordaron intercambiar lugares), y su excelente presentación hicieron del libro un verdadero acontecimiento político en Rusia en 2015.
Pero un canal anónimo de Telegram, aún sin desenmascarar, que se hace llamar Nezygar encontró una mejor presentación: “El verdadero Zygar te cuenta su versión de las intrigas del Kremlin, yo te diré la mía, y si te gustó leer al verdadero Zygar, te va a gustar más mi versión”. Y funcionó. Alguien más seguro de sí mismo, que difunde chismes desde adentro sobre cómo el “clan Feoktistov se debilita”, se convirtió instantáneamente en una superestrella en Telegram y probablemente el primer formato original del mensajero de la red social que no tenía ya éxito en Facebook o Instagram.
A la fecha, la búsqueda de la persona que maneja este canal sigue siendo una diversión popular para muchos usuarios de Telegram, pero no hay razón para pensar que este misterio sería más interesante una vez revelado. En mucho tiempo, una persona conocida probablemente ya se hubiera entregado, y si hasta ahora nadie ha logrado relacionar a esta famosa figura anónima con algún analista político, funcionario estatal o periodista, probablemente hablamos de un desconocido. Y eso está bien.
Digamos que averiguas que Nezygar es un hombre llamado Joe Schmo. ¿Qué tiene de interesante? Todo lo que haces es arruinar este asombroso juguete que tienes ahora, porque por definición, los textos políticos firmados por “Nezygar” siempre serán más interesantes que los textos políticos firmados por “Joe Schmo”.
¿Por qué “por definición”? Porque todo autor no anónimo cae instantáneamente al lado de cientos de otros escritores desde [la profesora y columnista] Ekaterina Shulman y [la columnista y presentadora de radio] Yulia Latynina a mí mismo y [la columnista] Yekaterina Vinokurova. Hay muchos personas escribiendo ahora sobre política en Rusia, y ninguno de esos autores políticos pueden afirmar que sus lectores confían en ellos completamente.
Hay un firme consenso en nuestra sociedad sobre los sesgos en los medios. Una parte de ese consenso se justifica, y otra parte no. También hay crisis de confianza en los medios (en esto puedes culpar a muchos, desde el periodismo torcido de la década de 1990 y los medios oligarcas de la década de 2000 a nuestra propaganda de los días modernos ), y se agrava por lo absolutamente lejanas que están las autoridades de la sociedad. Se ha llegado al punto que cualquier “fuente informada” no parece digna de confianza solamente porque los periodistas no tienen manera de verificar o refutar nada de lo que digan. Y la desconfianza inherente que sigue a todo texto político paradójicamente se convierte en una interrogación de sus sospechosas fuentes.
Cuando sabes qué esperar por anticipado de un autor conocido, te ves atraído instintivamente al autor que no conoces.
Antes, un texto político de procedencia desconocida escrito con ese “tono interior” era el contenido de sitios web que publicaban ataques de difamación. Era parte de una infame cloaca de información. Ahora todo ha cambiado, y las publicaciones anónimas parecen considerablemente más respetables que los textos no anónimos.
Esta fórmula probablemente pueda ayudar a explicar el éxito que tuvo el recién desenmascarado “Anónimo internacional”, el éxito de Mikhail Zygar (antes de lanzar su libro, pasó varios años en Dozhd, lejos de los informes en el terreno) y el éxito de Nezygar. Ninguna de estas fuentes ofrece máxima confianza en nada, pero al menos son diferentes de los habituales analistas y columnistas políticos, a quienes todos saben que no se debe creer.
Pero el éxito de Nezygar no es solamente por el tamaño de su audiencia o por cuántas veces lo citan; es también el formato que inventó, que docenas de otros canales (a veces igual de anónimos) reproducen ahora. Metodichka, Karaulny, Politota, Politburo 2.0, Mysh v Ovoshchnom, Chto-to Znayu, ATS-1, Akitilop—no llegas ni a la mitad de la lista y si te suscribes a todos, estás en una mezcla única y continua de percepciones del “interior del Kremlin”, actualizadas cada minuto.
Pero ¡cómo varía la calidad de esas percepciones del “interior” cuando se le compara con Nezygar! En lugar de clásica especulación sobre “diferentes clanes que se debilitan”, parece que ahora leemos historias de la misma “fuente informada” que ya conocemos de los escritorios políticos de periódicos leales. Esta fuente nos dice que las elecciones presidenciales de 2018 serán un referéndum de la confianza en Putin, que el Kremlin no está contento con que los activistas lance antisépticos a los opositores, que Moscú los va a perseguir y que Putin no va a firmar la ley sobre demoliciones en Moscú, si la ley viola derecho civiles.
Resulta que también se puede enmarcar propaganda como filtración secreta, que llega directo a tu smartphone, mezclada con mensajes instantáneos de tus amigos.
Secreto pero al final entrañable, Nezygar cortó un acogedor camino para los informantes internos que docenas de imitadores han recorrido luego, como elefantes por un jardín. Es obvio que la mitad de los clones de Nezygar son proyectos profesionales, y sus autores solamente están en Telegram para cobrar un cheque. Algunos imitadores fingen que están ahí para revelar algo, pero en realidad solamente están escuchando a otros, al final de un día de trabajo disparan un memo a sus supervisores que resume el contenido del día en Telegram.
Sería un acto estúpido y senil quejarse de que Telegram ya no es lo que era, pero es que no es lo mismo, en el sentido de que ya no estamos solos.
En la vida de toda red social nueva, hay un periodo feliz cuando la red todavía no se ha vuelto parte integral del entorno de los medios —cuando tú y tus amigos están, pero los que mandan spam, los troles, los farsantes pagados, los drones que escriben sus memos y los otros holgazanes todavía no han llegado. Es apenas un breve periodo, pero es lo que te permite enamorarte de toda nueva red social. Son esos momentos los que avivan las migraciones de LiveJournal a Twitter, de Twitter a Facebook, de Facebook a Vkontakte, de vuelta a Facebook y luego a Telegram.
Los canales políticos en Telegram probablemente duren un tiempo largo, pero la delgada línea imperceptible que separa lo que está adentro de lo que está afuera hace que sea difícil saberlo con certeza.
Este artículo, escrito por Oleg Kashin, se publicó originalmente en Znak.com. Para leer el texto en ruso, haz clic aquí.