Las cosas no van bien. Los científicos estadounidenses demuestran que los responsables de la asimilación irreflexiva de las noticias falsas son, entre otras cosas, los mecanismos necesarios para el desarrollo, creados en la infancia.
Para comenzar hay que mencionar algunas estadísticas. Según la investigación internacional publicada a principios de este año por el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge, 7 de cada 10 personas temen que las noticias falsas se usen como arma. Más del 60% de los encuestados no están seguros de si pueden distinguir entre noticias falsas y hechos reales. ¿Qué hace que las personas sean tan vulnerables frente de las noticias falsas? ¿Hay alguna estrategia que podamos desarrollar para protegernos de la desinformación?
La respuesta se puede encontrar en la investigación de noticias presentada en la reunión anual de la Asociación Americana de Psiquiatría que se celebró en San Francisco. Los resultados también han sido publicados en la revista Science.
Escápate de la burbuja
Mark Whitmore —PhD y profesor asistente que estudia el liderazgo y los sistemas de información en la Universidad Estatal de Kent, en el estado de Ohio— señala al llamado «sesgo de confirmación» como la razón principal por la cual las personas se dirigen hacia las noticias falsas.
¿Qué significa eso? Nada más y nada menos que la tendencia a aceptar información que confirma creencias previas e ignorar información que las menoscaba. Aparentemente, hace que las personas se encierren en burbujas de información para relacionarse con los que opinan de la misma manera. Así se juntan en grupos por intereses, siguen a los que tienen una opinión parecida para sentirse cómodos y forman un sistema de (des)información mutua.
«Nuestro cerebro está programado para aceptar, rechazar, recordar mal o distorsionar la información en dependencia de que confirme o amenace las creencias existentes», afirma el investigador.
Pero no es todo. La investigadora en ciencias humanas de Western Reserve Psychological Associates, Eve Whitmor, explica que este tipo de sesgo se crea en la infancia, en el momento en que un niño/a aprende a distinguir entre la fantasía y la realidad. Además, los científicos afirman que los niños aprenden sobre el medio ambiente y el mundo que los rodea basándose en juegos o cuentos de hadas. Por lo tanto, aparece un cierto nivel de aceptación de la mentira y de la fantasía que queda en la mente de uno. Luego, en el proceso de desarrollo, se forma el pensamiento crítico, junto con el mecanismo para negar la realidad y el proceso de interrogar (cuestionar) a las autoridades. Todo esto es positivo y necesario, aunque a menudo conduce a conflictos (sociales, intergeneracionales) y es la fuente de la ansiedad en el trasfondo psicológico.
¿Entonces, qué?
Luego entra el mecanismo de racionalización. Las personas desarrollan la capacidad ya mencionada de buscar la confirmación de sus creencias. Tal confirmación es, al mismo tiempo, un premio y un tranquilizante. Buscamos la confirmación y, cuando la encontramos, abandonamos la pregunta: «ah, bien, tienes razón, puedes dejarla ahora», parece decirnos nuestro cerebro. Y esto brinda campo para la actividad de todo tipo de propagandas y noticias falsas.
¿Cómo lidiar con eso?
Los científicos demuestran que una forma de disminuir el atractivo de las noticias falsas es encontrar coraje para buscar información alternativa, no necesariamente compatible con nuestro punto de vista. Si logramos «domesticar» una creencia incómoda para nosotros, en lugar de fortalecerla podemos discutir con ella o incluso (después de la verificación) aceptarla. Un ejemplo del proceso de la domesticación pueden ser las bromas sobre la muerte que nos impiden asustarnos todos los días como si fuera el último y acercarnos al tema de lo inevitable de forma racional.
Por supuesto, las otras formas de lidiar con las burbujas de la (des)información y con las mentiras son la participación consciente en las discusiones y el desarrollo del pensamiento crítico, haciendo preguntas y buscando respuestas por sí mismo.
Hay que estar abiertos al mundo y no aceptar soluciones fáciles. Esto es ya un consejo de StopFake (pero suena tan inteligente como si fuera de científicos estadounidenses).
Fuente: MedicalNewsToday