Escrito por Jean Claude Kabengera para IJNet.
El 9 de noviembre pasado, Eric Tucker, cofundador de una empresa de marketing en Austin, Texas, tuiteó acerca de unos autobuses llenos de gente a la que se le había pagado para que protestara contra el presidente electo Donald Trump. El tweet se viralizó a nivel nacional. Con solo 40 seguidores, el mensaje de Tucker fue retuiteado 16.000 veces y compartido más de 350.000 veces en Facebook. Aunque el tweet de Tucker suscitó controversia –e incluso captó la atención de Trump– tales autobuses nunca existieron. Según The New York Times, una empresa llamada Tableau Software había contratado los autobuses para una conferencia.
Dos días después, un sitio de noticias falsas llamado The Denver Guardian derramó en Facebook mensajes negativos y falsos sobre Hillary clinton, incluyendo la afirmación de que un agente del FBI relacionado con el escándalo de los emails de la candidata demócrata había asesinado a su esposa y luego se había suicidado.
Las noticias falsas se ha convertido en un problema que los medios de comunicación y las industrias tecnológicas están buscando resolver de forma urgente. Como resultado, «los principales medios han perdido credibilidad incluso cuando la merecen», dijo el periodista conservador Dustin Siggins.
El problema ha ido en aumento ya durante algún tiempo, pero la campaña presidencial se convirtió en el foco principal de esta desinformación viral. De hecho, las historias fabricadas atrajeron más participación en las redes sociales que las noticias reales a medida que las elecciones llegaban a su fin. En particular, las noticias falsas -es decir, falsificaciones, historias falsas y engañosas de fuentes ilegítimas- aprovecharon la creciente brecha entre las exitosas plataformas tecnológicas y las empresas de medios tradicionales. Facebook en particular se ha llevado la mayor parte de las críticas por permitir que historias llenas de inexactitudes inunden páginas y desinformen al público. Según el Pew Research Center, alrededor de 1,2 mil millones de personas entran a Facebook cada día, y cerca de la mitad de los estadounidenses usan esa plataforma como su fuente primaria de información.
Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook, desvió la responsabilidad de la falsa epidemia de noticias de su compañía, alegando que “identificar la verdad es complicado«. Según el Columbia Journalism Review, esto puede ser complejo para los algoritmos pero fácil para los periodistas cuyo deber diario es tan simple como investigar lo que sucedió, cuándo sucedió, quién hizo qué, cómo y por qué. La alfabetización mediática se ha convertido en un desafío porque la gente se ha vuelto tan desconfiada de los medios institucionalizados que recurre a fuentes alternativas. Una encuesta del Pew Research Center reveló que solo el 18% de los estadounidenses tiene mucha confianza en los medios nacionales de noticias; casi el 75% dijo, en cambio, que los medios son parciales.
Aunque Zuckerberg negó que las noticias falsas influyeran significativamente en los votantes de Estados Unidos en noviembre pasado, Facebook ha decidido hacer un esfuerzo más concertado para combatir el problema. La empresa anunció que ha comenzado una serie de experimentos para limitar la desinformación en su sitio. Estos incluyen poner etiquetas de advertencia en posts de noticias falsas –lo que facilitará que sus 1,8 mil millones de miembros denuncien las historias inventadas–, y asociarse con organizaciones externas de verificación –incluyendo FactCheck.org, Google, New York Times, PolitiFact, Associated Press y CNN– para ayudar a reconocer artículos falsos. «Debajo del título habrá una etiqueta roja que dirá, ‘disputado por verificadores de hechos”, afirmó el vicepresidente de Facebook, Adam Mosseri.
Los medios también están invirtiendo en tecnología de vanguardia para luchar por la confianza y lealtad de sus audiencias, incorporando medidas que ayudan al lector a distinguir una historia real de una inventada.
El Washington Post creó una extensión de Google Chrome para chequear los tweets de Donald Trump, quien usa la plataforma como ningún funcionario estadounidense la ha usado antes, discutiendo tanto temas tanto políticos como personales. Pero no todos sus tweets son veraces.
El Washington Post dice que la extensión fue creada «para ayudar a que el público reciba la información más precisa posible, y le dará más contexto o correcciones a las cosas que Trump tuitea». Cuando la extensión está activa, una caja de verificación aparece debajo del tweet analizado.
Entre otras nuevas políticas de filtrado, Google prometió reemplazar la sección «In the news» que se encuentra encima de todos los resultados de búsqueda con una rotación de «Top stories». La portavoz de Google, Andrea Faville, no ha sido clara respecto de cómo se determinará la diferencia entre la información falsa y la precisa. “Utilizamos una combinación de sistemas automatizados y revisión humana», dijo al Washington Post.
Slate diseñó This Is Fake: una extensión gratuita de Google Chrome que identifica artículos en el feed de Facebook que propagan información intencionalmente y permite a los usuarios decirle a sus amigos cuándo están compartiendo una historia falsa.
“Cuando conectas This Is Fake a tu cuenta de Facebook, también puedes señalar historias inventadas a nuestros moderadores”, anunció Slate en un comunicado.
Según la publicación digital, una vez que instalas la extensión en la red social, las historias que This is Fake ha identificado como falsas aparecerán con un banner rojo en su previsualización. Esto es señal de que la noticia ya ha sido desacreditada.
Fuente: IJNet en español