El término fake news comenzó a usarse para alertar o atacar las noticias falsas descaradamente pro-Trump, y ahora es la nueva arma trumpista contra los medios, escribe Ricardo Dudda para Letras Libres.
El término fake news (noticias falsas) es ahora propiedad de Donald Trump. Cualquier noticia que no muestre un apoyo incondicional al presidente electo es fake news. Puede traducirse por “prensa libre”, aunque comienza a usarse casi como un insulto personal: tú eres fake news. En su primera rueda de prensa tras su victoria en las elecciones, el presidente electo utilizó el concepto para negarle la palabra a un periodista. En otra rueda de prensa, Vladimir Putin dijo que las noticias que vinculan a Trump con Rusia son fake news. En un segmento de la cadena conservadora One America News Network, que Donald Trump retuiteó (en ella colaboran Sarah Palin y uno de los exasesores de campaña de Trump) la presentadora Liz Wheeler utiliza y repite el concepto fake news con un descaro casi cómico: RT, la cadena de TV del Kremlin, es más sutil con su propaganda, y esto no es una hipérbole.
Meses antes de las elecciones, la izquierda, y en general el movimiento anti-Trump, intentó extender el concepto fake news para alertar de noticias manipuladas o abiertamente falsas que parecían favorecer a Trump. Muchas de ellas provenían de sitios de internet poco o nada fiables. Su objetivo a veces era crear desinformación, al estilo de la propaganda rusa contemporánea, como la web conspiranoica InfoWars, pero otras muchas buscaban simplemente ganar dinero. Las “noticias” se compartían en las redes sociales y confirmaban los prejuicios de los votantes más polarizados, escépticos o crédulos, en general simpatizantes de Trump. El debate llegó incluso a Facebook, donde más se extiende este tipo de noticias. Su presidente, Mark Zuckerberg, admitió el problema y prometió mejorar el sistema de identificación. Pero pronto el concepto se pervirtió y comenzó a usarse en las polarizadas guerras culturales estadounidenses. Como escribió en diciembre Will Oremus en Slate,
Algunos periodistas progresistas y de medios mainstream comenzaron a difuminar las líneas entre las noticias inventadas, las teorías de la conspiración y las opiniones de derechas al considerarlas todas fake news […] Aprovechando la oportunidad, los derechistas dejaron de ignorar el debate sobre las fake news y comenzaron a apropiarse de la frase como sinónimo de sesgo progresista.
Trump es un experto del framing. Es maleducado, rencoroso, impulsivo, pero sabe apropiarse del debate. No hace nada nuevo y a la vez ha sabido leer bien su época. Se aprovecha de la incredulidad y a la vez credulidad de muchos votantes que se consideran escépticos y buscan confirmación a sus prejuicios. Su uso del concepto fake news no solo preocupa porque ha encontrado una etiqueta sencilla y efectiva para atacar a la prensa y extender la sensación de que no nos podemos fiar de nadie, de que la prensa ya no tiene el monopolio para determinar qué es lo que es cierto y lo que no; también preocupa que le haya robado el concepto a sus contrincantes. Al igual que ocurrió con el término “deplorables”, que Hillary Clinton usó desafortunadamente en la campaña presidencial para definir a los votantes de Trump y se convirtió en una etiqueta que llevan con orgullo los trumpistas, el término fake news comenzó a usarse para alertar o atacar los medios falsos descaradamente pro-Trump y ahora es la nueva arma trumpista contra los medios. El debate se ha desactivado. Los medios mainstream ya no pueden usar el concepto fake news porque ellos son fake news. Y la izquierda ya no puede recuperar el concepto.
Una de las grandes virtudes de Trump, paradójicamente, es que comete demasiados errores, dice demasiadas tonterías y está sumergido en varias polémicas a la vez. Los medios le acusan de una multitud de cosas y él aprovecha la confusión para responder con etiquetas sencillas: en la campaña eran los “emails” de Clinton, o los “deplorables”, ahora es fake news. Un votante escéptico con la prensa, antiestablishment, que no deja de ver noticias negativas sobre Trump puede incluso llegar a pensar que los medios le tienen manía, que hay una persecución injusta contra él, y comprar el argumento de las noticias falsas o fake news. Forma parte de unas guerras culturales que son menos un choque de valores y moralidad, como han sido históricamente, y más sobre mi verdad contra la tuya. O, mejor, mi verdad contra tu mentira.
Fuente: Letras Libres