La OTAN está rodeando Rusia, se prepara para atacar el país, el escudo antimisiles es una amenaza, es un instrumento caduco de la Guerra Fría, escribe Javier Arias Borque para Libertad Digital.
Las relaciones entre la Alianza Atlántica y Rusia no pasan por su mejor momento. La crisis de Ucrania y la injerencia de Moscú en un conflicto que parece enquistado abrió la caja de los truenos. La doctrina aprobada por la Duma rusa que permite al Kremlin intervenir militarmente en cualquier país donde considere que hay una minoría rusa en peligro, y que sirvió para anexionarse unilateralmente la península de Crimea, empeoró notablemente la situación.
Esta doctrina despertó las alarmas en países aliados como Estonia, Letonia, Lituana o, incluso, Polonia, que han presionado a los aliados para establecer un contingente multinacional en su territorio para sentirse más protegido. Cuatro mil militares aliados han comenzado a desplegarse en el muro anti-Rusia de la OTAN, al que las Fuerzas Armadas españolas aportan 300 militares, carros de combate Leopardo 2E y blindados de combate Pizarro, entre otro material.
La intervención rusa en Siria en favor del dictador Bashar Al Asad, que ha utilizado armas químicas contra su propio pueblo, han tensado aún más la situación. OTAN y Rusia coinciden en que grupos terroristas como Estado Islámico o Jabhat Fateh al-Sham (el antiguo Frente Al Nusra de Al Qaeda) son la principal amenaza, pero mientras unos creen que el futuro de Siria debe ser sin Al Asad al frente, los otros han intervenido militarmente para apuntalarlo en su puesto de dictador.
La OTAN es un instrumento caduco de la Guerra Fría. Esta es la primera mentira analizada. Es cierto que la Alianza Atlántica se creó en esa época y que fue parte de un enfrentamiento entre dos bloques antagónicos pero, tras el colapso del bloque soviético, la organización ayuda a mantener la seguridad en Europa y en los territorios de sus países miembros. Su proyecto sigue siendo tan interesante que en él han ingresado doce países que pertenecían al antiguo Telón de Acero.
También ha reestructurado sus ámbitos de actuación, siendo parte importante en el intento de estabilización de conflictos que podían suponer una amenaza directa o indirecta para sus socios, como fue el caso de la Guerra de Yugoslavia. O luchando contra el terrorismo internacional, como hace desde hace más de quince años en Afganistán. También vigila ante posibles ciberataques contra sus socios, como el que ocurrió en Estonia en 2007.
La OTAN está rodeando Rusia. Esta es la segunda mentira. La frontera terrestre rusa tiene una extensión de 20.000 kilómetros y comparte límite territorial con 14 estados. Sin embargo, tan sólo cinco de esos catorce forman parte de la alianza y apenas comparten 1.215 kilómetros de frontera. Además, mientras Rusia no para de aumentar su presencia militar en esas zonas fronterizas, la OTAN lleva años disminuyéndola (100.000 militares en 1997 por 75.000 efectivos en 2017).
Por si fuera poco, la OTAN solo tiene presencia militar fuera de las fronteras de sus países miembros en dos sitios: Afganistán y el territorio serbio de Kosovo; en ambos casos bajo mandato de la ONU, en cuyo Consejo de Seguridad está Rusia. Por su parte, el Kremlin tiene tropas en tres países extranjeros (Georgia, Moldavia y Ucrania) y en todos los casos es contra la voluntad de los gobiernos legítimos de esos países.
La OTAN ha violado el Acta Fundacional OTAN-Rusia. Esta es la tercera mentira. La máquina de propaganda rusa dice que esto se hace con el despliegue multinacional que tendrá lugar en las pequeñas repúblicas Bálticas y en Polonia, pese a que el número de efectivos (4.000 militares) está muy lejos de lo que se denominan «fuerzas de combate sustanciales» y que Rusia ha aumentado sustancialmente el número de tropas desplegadas frente a las fronteras aliadas.
Quien sí lo habría roto es Rusia, que se comprometió a no amenazar o utilizar la fuerza contra los aliados de la OTAN o cualquier otro estado, y rompió ese compromiso al anexionarse Crimea de manera unilateral, pese a que era un territorio soberano de Ucrania. Además, Moscú viola de forma habitual la parte del Acta Fundacional relacionada con la transparencia militar, exactamente, sobre ejercicios militares, al no facilitar información, algo que sí se hace desde la OTAN.
El escudo antimisiles de la OTAN es una amenaza a Rusia. Esta es la cuarta mentira. El Kremlin insiste en que este sistema de la Alianza Atlántica tiene como objetivo intentar amedrentar a su país. Sin embargo, el sistema no sería efectivo frente a Rusia por dónde está la ubicación de los misiles balísticos rusos, y sí es efectivo para combatir posibles ataques de Irán (el acuerdo nuclear recién firmado no trata el tema de los misiles balísticos) o contra nuevas amenazas provenientes de Oriente Medio o el Norte de África.
La OTAN se prepara para la guerra con Rusia. Esta es la quinta y última mentira. La OTAN se creó como una organización defensiva y nunca ha buscado el enfrentamiento directo con la Unión Soviética o Rusia. Su decisión de desplegar tropas en el frente del Este se debe a una petición de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia debido a la desconfianza que les ha supuesto la anexión unilateral de Crimea por parte de Rusia.
Mientras la OTAN facilita información a Rusia de todos sus movimientos y maniobras militares, con todo tipo de detalles e, incluso, permite la presencia de observadores rusos en los mismos, la información que se recibe no es recíproca, pues Rusia solo envía información esquemática y muy rudimentaria.
Fuente: con el permiso de Libertad Digital