La también diputada provincial, se enfrenta a dos acusaciones criminales después de haber criticado a Putin en un vídeo, está informando La Vanguardia.
Desde que empezó a ejercer como periodista y luego se metió en política, sus ácidas críticas han sonado siempre demasiado exóticas a los sensibles oídos de la clase política rusa. Olga Li, diputada independiente en el parlamento provincial de Kursk, nunca tuvo problemas graves con la justicia por su actividad. Pero eso cambió el pasado mes de marzo, cuando grabó un vídeo y metió el dedo en el ojo al presidente de Rusia, Vladímir Putin.
Su intención era denunciar la corrupción en su ciudad, 530 kilómetros al sur de Moscú, cerca de la frontera con Ucrania, y atraer la atención de las autoridades estatales sobre la fiscalía provincial y otras instituciones locales. Pero los fiscales del Comité de Investigación pusieron su atención precisamente en ella.
En el vídeo, colgado el 4 de marzo en YouTube y en las redes sociales rusas, Olga Li le dice a Putin que las instituciones estatales están siendo dirigidas como “empresas criminales” y acusa al Kremlin de serle “indiferente la suerte de millones” de ciudadanos que se están empobreciendo en la crisis económica. Además, pone en cuestión la anexión de Crimea, que en marzo de 2014 pasó de Ucrania a Rusia tras un referéndum que la comunidad internacional no reconoce.
Olga Li, de 29 años y madre de dos niñas pequeñas, asegura en el vídeo que en “en las altas esferas hay una conspiración criminal contra el pueblo” y dice que el FSB (Servicios de Seguridad del Estado, heredero del KGB soviético) no hace nada. Además, acusa a Putin de “indiferencia ante el destino de millones de ciudadanos”.
“Señor presidente”, le dice directamente al líder ruso, “siendo usted el garante de los derechos y las libertades de los ciudadanos de Rusia, no les garantiza nada”. Estas palabras suponen una crítica a la que ni los rusos ni la clase política de hoy están acostumbrados.
A las pocas semanas, los investigadores abrieron dos causas criminales contra ella por las que podrían condenarla hasta a dos años de prisión. La primera, el 24 de marzo, se refiere a una acusación de difamación por la publicación en otoño del 2015 de un artículo en el periódico que ella dirige contra un juez de Kursk. El 1 de abril se abrió una segunda causa por “incitación al odio”. Los fiscales se referían a los vídeos colgados en internet que, según un estudio lingüístico, contenían “declaraciones con intención de humillar a un grupo de personas que representan a las autoridades, en concreto los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y los órganos judiciales”. Un portal de noticias de Kursk ha señalado que la periodista y diputada ha criticado con regularidad a los altos funcionarios regionales y estatales, pero que nunca hasta ahora había tenido que hacer frente a acusaciones criminales.
Olga Li nació en 1986 en Abay, una ciudad del centro de la antigua república soviética de Kazajistán. Debido a las malas condiciones económicas de los años noventa, como muchos rusos de la región su madre tuvo que cogerla a ella y a dos hermanos y emigrar a Kursk, donde ya vivían varios familiares. En su época universitaria, cuando compatibilizaba sus estudios a distancia con su trabajo como limpiadora, decidió crear un periódico. Para lograrlo, pidió ayuda a un empresario local, Konstantín Berezin, y juntos fundaron Narodni Zhurnalist (Periodista del pueblo), que comenzó a publicarse de forma mensual en diciembre de 2006. Con un lenguaje muy directo, su periodismo de investigación comenzó a herir las sensibilidades de la clase política local y de los altos funcionarios de la provincia.
En 2011, Olga Li entra en política. Se presenta a las elecciones como independiente en las filas del Partido Comunista y es elegida diputada del parlamento provincial. No es, ni mucho menos, un rival para el Kremlin, pero sí podría serlo para los cuadros del partido gubernamental, Rusia Unida. Según Li, “todo esto está relacionado con mi intención de aspirar a la Duma Estatal y han decidido deshacerse de mí”.
Asegura que ha empezado a recibir amenazas anónimas, incluidas fotos de Borís Nemtsov, el líder opositor asesinado el año pasado en el centro de Moscú. Pero Li no está dispuesta a tirar la toalla. “No voy a callarme. Creo firmemente que debe haber un marco en el discurso político en el que estas críticas sean aceptables. Si no es así, no merece la pena decir nada en absoluto”. Manteniendo su condición de independiente, podría concurrir a las elecciones legislativas del próximo mes de septiembre en las filas del partido liberal Yábloko, con quien actualmente mantiene contactos.
Autor: Gonzalo Aragonés
Fuente: La Vanguardia