Autora: Paula Chertok
Traducido por StopFake
Después de un mes negando, distorsionando y contraacusando, Rusia reunió a la comunidad internacional en el Consejo de Seguridad de la ONU y nuevamente descartó como fabricadas las conclusiones de la investigación del Reino Unido de que Rusia fue responsable del intento de asesinato del ex espía ruso Sergei Skripal y de su hija Yulia, utilizando un agente nervioso-paralizante de grado militar en Salisbury, Inglaterra.
Rusia convocó la reunión del Consejo de Seguridad un día después de perder una votación 15-6 en la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW) en La Haya en búsqueda de una nueva investigación conjunta sobre el ataque en Salisbury para desafiar la investigación que el Reino Unido ha estado realizando desde que ocurrió el ataque el 4 de marzo.
Después de las declaraciones oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia no solo desviando la responsabilidad, sino acusando abiertamente a los Estados Unidos y el Reino Unido de una «provocación» —envenenamiento a los Skripals como pretexto para expulsar a los diplomáticos rusos—, era difícil considerar cómo una reunión de la ONU podría llevar a una resolución del asunto. Previsiblemente, fue una oportunidad para que Rusia continúe su campaña de desinformación, incluso mientras el mundo se une y sabe “leer el libro de instrucciones de la desinformación” ya conocidos previamente.
De la misma manera que siguió a declaraciones oficiales anteriores —extrañamente sarcásticas y que parecían trivializar el uso de un arma de destrucción masiva contra civiles en un suburbio británico— el embajador ruso ante la ONU, Vasily Nebenzya, el jueves 5 de abril divagó durante unos 30 minutos protestando indignado por la «falta de profesionalidad» del Reino Unido y por las «conclusiones apresuradas», acusando a Gran Bretaña de usar «declaraciones exageradas» y reiterando que no había «evidencias» para justificar las acusaciones de culpabilidad de Rusia.
«Vivimos en un momento de falta de claridad intelectual… ¿Qué le pasó a la buena vieja Inglaterra?», se lamentó Nebenzya.
«Señores, ni siquiera sé qué decir, se ve como un teatro absurdo. ¿No podríais inventar una falacia mejor armada?», Nebenzya continuó acusando a Londres de desatar una guerra de propaganda que “envenena las relaciones” de Rusia con otros países, utilizando “un bulo antirruso».
Incluso acusó al Reino Unido de utilizar las tácticas de Goebbels para impartir una «psicosis colectiva» utilizando los medios de información como una «sustancia psicotrópica» para impactar la opinión pública contra Rusia. El diplomático mostró algunas imágenes que los británicos usaron en una presentación en Moscú, declarando que eran ridículas y que no constituían pruebas.
Los intentos de Nebenzya de señalar las fallas en el caso contra Rusia fueron igualmente llamativos y absurdos. Se burló del uso de expresiones como «muy probable» y otro lenguaje probabilístico utilizado en las conclusiones por el Reino Unido. Hizo parecer la eliminación de un tuit por Boris Johnson como un caso curiosamente sospechoso. Dijo que Rusia no tiene derechos de autor para Novichok. Además, hizo una serie de preguntas —de importancia crítica— que Londres aún no ha respondido. Una de ellas fue: “¿Qué pasa con las mascotas de los Skripal? Tenían dos gatos y dos conejillos de indias. ¿Por qué nadie pregunta por ellos?» Esto también fue tuiteado por la Embajada de Rusia en Londres el mismo día.
Después de una ofuscación interminable, de hacer la luz de gas y de la “justa” indignación, era difícil tomar en serio las palabras de Nebenzya. Nebenzya ni siquiera intentó responder de forma creíble a las acusaciones, le dejaron lanzar las acusaciones, resollando y resoplando, usando un lenguaje hiperbólico excesivo. La palabra «absurdo» la usó en su discurso al menos 5 veces. En un momento, Nebenzya sacó el libro de “Alicia en el país de las maravillas” y leyó un extracto en inglés. Su discurso fue en su mayoría extravagante y furioso, sin significado alguno.
Nebenzya expresó su ofensa al recibir nada más que 24 horas para responder a la solicitud inicial de Londres el 12 de marzo.
«Dijimos que Rusia estaría lista para responder dentro de 10 días. Pero, en cambio, Londres presentó un ultimátum completamente absurdo de que tenemos solamente 24 horas. Obviamente lo rechazamos. Nadie, y bajo ninguna circunstancia, puede hablar de esta manera a Rusia. Este ultimátum fue comunicado por Boris Johnson al embajador ruso. El secretario de Relaciones Exteriores dejó en claro que solo hay dos escenarios posibles: o el Estado ruso ha intentado asesinar en suelo británico usando un arma química, o Rusia ha perdido el control de sus reservas de agentes nerviosos. El ministro de Asuntos Exteriores (del Reino Unido) solicitó al embajador ruso que explicara cuál de las dos posibilidades era cierta y que explicara cómo el uso de este agente químico podría haberse desplegado en Salisbury. Nos dieron 24 horas para responder a esto. Nada más. No hubo otras preguntas”.
La embajadora británica de la ONU, Karen Pierce, respondió de una manera significativamente diferente. Primeramente, ella desmintió la afirmación de que «no hay evidencias» en la investigación del Reino Unido, señalando los detalles:
«Tras el envenenamiento del 4 de marzo, el Reino Unido lanzó una de las investigaciones más exhaustivas y complejas sobre el uso del arma química en la que participan más de 250 detectives de policía, respaldados por expertos y socios especializados, viendo más de 5000 horas del circuito cerrado de televisión, examinando más de 1300 piezas de muestras y entrevistando a más de 500 testigos».
Luego, Pierce se enfocó en la gravedad del ataque: «Todos sabemos por qué es llevada esta investigación. Se debe a que se utilizó un agente nervioso de grado militar en el intento de matar civiles en los territorios británicos. Fue llevado a cabo imprudentemente y sin tener en cuenta la seguridad pública. Fue un arma de destrucción masiva. Un oficial de policía británico estaba en estado crítico junto a los Skripal. La sociedad que se ocupaba de su rutina cotidiana corría peligro».
Pierce explicó que el Reino Unido estableció el plazo de 24 horas debido a la gravedad del arma utilizada: «Este no es un ataque de envenenamiento ordinario». Y, sin embargo, Rusia simplemente se ha negado a cooperar, considerando la solicitud como una cosa vana.
«No han pedido más tiempo … solamente rechazaron la premisa misma de la solicitud», agregó Pierce.
Pierce comparó a Rusia con un pirómano que se ha convertido en un bombero, y que ahora desea a investigar el incendio que él mismo provocó. Ella se refirió a la condición reciente de los funcionarios rusos de que aceptarán las conclusiones de la investigación solo si los expertos de Rusia participen en la investigación. También señaló que es un patrón habitual ruso de desacreditar las instituciones internacionales y sus hallazgos.
«Esto es parte de un patrón más amplio de comportamiento irresponsable de Rusia», dijo Pierce, señalando al hecho de que Rusia había desacreditado el mecanismo de investigación conjunta también en los casos del uso de armas químicas en Siria, la invasión a Georgia y a Crimea, el derribó del vuelo civil MH17 y en un intento fallido del golpe de Estado en Montenegro.
«Cada vez que estos casos ocurrieron, fueron acompañados con campañas de desinformación», añadió Pierce.
Finalmente, Pierce explicó que el Reino Unido llegó a la conclusión de que es muy probable que Rusia haya llevado a cabo el asesinato basándose en tres puntos:
1) la identificación del agente nervioso químico Novichok por parte de los expertos del Porton Down;
2) el hecho de que Rusia producía este agente nervioso en los últimos 10 años y sigue siendo capaz de hacerlo;
3) Rusia ha investigado formas de asesinato mediante el uso de agentes nerviosos.
Además, Rusia tiene fama de conducir asesinatos patrocinados por el Estado.
El ex espía ruso Segei Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33 años, hasta el momento siguen hospitalizados en Salisbury District Hospital después del ataque del 4 de marzo. Informan que Sergei Skripal está en una condición crítica, pero estable. Yulia Skripal ahora se está recuperando y el jueves fue anunciado que se está volviendo más fuerte cada día.
Los científicos británicos creen que los Skripal fueron envenenados con el agente nervioso de producción rusa Novichok. El diario The Times de Londres informó que la inteligencia británica había identificado la ubicación del laboratorio ruso que fabricó el agente nervioso.
La semana pasada, el Reino Unido expulsó a 23 diplomáticos rusos tras el ataque a los Skripal, lo que desató una ola de expulsiones similares por parte de aliados en todo el mundo en solidaridad con Gran Bretaña. 25 países han expulsado a más de 150 diplomáticos rusos. Los EE. UU. expulsaron a los 60, Ucrania a los 13 diplomáticos. Moscú respondió con “ojo por ojo” y echó a los diplomáticos, incluso a los 60 diplomáticos estadounidenses. También ordenó el cierre del consulado de los EE. UU. en San Petersburgo.
Aunque el mundo empieza a responder a las amenazas que impone Rusia, es inevitable que mientras más se comporte fuera de los límites, más personas reconozcan y expongan la existencia del “libro de instrucción de propaganda” del Kremlin. Desde que en 2014 las tropas rusas invadieron Crimea, tomando los edificios, hemos visto una constante y perturbadora corriente de agresión rusa junto con campañas de propaganda agresivas del Kremlin en Ucrania, en los Balcanes, en la interferencia de las elecciones en Europa y los EE. UU. y por último en el ataque con armas químicas sin precedentes en Salisbury, Inglaterra. Cada vez que al Kremlin le atrapan por hacerlo, contesta con negaciones y desinformación. Incluso, en los casos más obvios, ellos hacen una luz de gas, gritando «¡no tenéis pruebas!» A menudo los eventos así están recogidos por los medios de comunicación masiva rusos, ya que los propagandistas se aprovechan de informar «equilibrado» como un mecanismo para difundir mentiras en forma de negaciones. Al buscar puntos de vista equilibrados en sus reportajes, los periodistas harían bien en prestar atención a la advertencia del ministro de Asuntos Exteriores lituano, Linas Linkevičius: «Una mentira no es un punto de vista alternativo».
Por Paula Chertok