Los Veintiocho tratan de contrarrestar con un equipo de expertos pero medios limitiados la propaganda negativa del Kremlin, escribe Silvia Martínez para El Periódico
Combatir la propaganda del Kremlin se ha convertido en un quebradero de cabeza para la Unión Europea. El Gobierno de Vladimir Putin utiliza, desde hace años, medios de comunicación y redes sociales a su antojo para generar inestabilidad política en Europa y sembrar cizaña en una pelea que, de momento, parece la de David contra Goliat.
Frente a los ingentes medios que dedica Moscú, entre 600 y 1.000 millones anuales para financiar medios de comunicación y páginas webs dentro y fuera según diversas estimaciones, la UE apenas cuenta con un equipo formado por una decena de personas para construir una contranarrativa “positiva” al sentimiento “antioccidental” que esparce Moscú.
“Los opresores del mundo han comprendido que pueden utilizar estos instrumentos. Utilizan la desinformación para divulgar dudas sobre nuestros valores, para paralizar el proceso de toma de decisiones”, sostiene el eurodiputado liberal flamenco, Guy Verhoftstadt. Putin, añade su colega conservador alemán Elmar Brok, “ha conseguido destruir prácticamente todos los medios independientes. Tiene el monopolio y puede contar a su gente lo que quiere”.
Eso es lo que trata de impedir desde septiembre de 2015 la Unión Europea con un equipo de expertos más bien limitado, aunque apoyado desde las delegaciones de la UE en el exterior. Su principal razón de ser es combatir todos los rumores y bulos que divulga la órbita de medios, webs y blogs financiados desde el Kremlin. Se trata de funcionarios europeos y expertos nacionales –estonios, checos, finlandeses o británicos entre otras nacionalidades- que trabajan bajo el paraguas del servicio de acción exterior, el cuerpo diplomático europeo, protegidos de todos los focos.
Crimea y Ucrania
De hecho, ni sus nombres son públicos ni tienen ningún apetito por salir en los medios de comunicación. “No doy los nombres por varias razones, entre ellas porque no quiero que se vean amenazados”, explicaba durante una audición celebrada en la Eurocámara su responsable, el diplomático británico Gilles Portman.
La anexión de Crimea a Rusia y la continuas mentiras sobre Ucrania –el 75% de los rusos creen por ejemplo que Rusia no tiene tropas en Ucrania- llevaron a los 28 gobiernos de la UE a pedir en marzo del año pasado a la alta representante para la política exterior, Federica Mogherini, la creación de esta unidad especial. Las sanciones de la UE contra empresas y personas cercanas al presidente Vladimir Putin como respuesta y la posterior reacción del Kremlin imponiendo un embargo a productos agrícolas exacerbaron las tensiones.
La reclamación Mogherini insitía en «hacer una comunicación proactiva de las políticas de la Unión Europea, corregir la desinformación cuando aparezca y apoyar el desarrollo de más medios independientes de la región».
Sus objetivos son tres: comunicar directamente en los países del partenariado Este –Moldavia, Bielorrusia, Georgia o Azerbaijan entre otros- sobre el trabajo que desarrolla la UE, apoyar a los medios de comunicación independientes en la región y responder a la campaña de desinformación rusa. “La UE no ha hablado en ruso lo suficiente en el pasado y es mejor que reciban la información directamente de nosotros sin distorsiones”, sostiene Portman. “Buscamos información que no es verdad y narrativas que pueden ser parcialmente verdaderas”, añade.
En estos 10 meses de trabajo se han encontrado informaciones de todo tipo. Desde que la Unión Europea ha legalizado el canibalismo, hasta que quiere convertir a todos los ciudadanos en gais y pedófilos, que está basada en ideas nazis, que Rusia no tiene tropas en Ucrania, que el Gobierno ucraniano construye campos de concentración en el país o que pueden fabricar una bomba nuclear en seis meses. “Puede sonar ridículo pero son los mensajes que reciben. Y si solo hay un canal de información no tienen alternativas”, explican fuentes de esta unidad.
La agencia Sputnik
Los tentáculos del Kremlin llegan también a los países europeos. Con cada audiencia adaptan el mensaje y el medio y esperan resultados. “Tienen diferentes estrategias y si ven que una en concreto sirve la explotan. Por ejemplo hasta hace poco tenían el servicio Sputnik –la agencia de noticias gubernamental- en los países nórdicos pero hace dos meses decidieron cerrarlos porque no tenía éxito”, añaden.
La unidad creada en el cuerpo diplomático europeo puede tener su razón de ser, pero su capacidad de combatir nuevos ataques de este tipo es más bien limitada. Hasta finales de julio, el blog creado desde el servicio de acción exterior había registrado 1.649 historias de desinformación publicadas en la prensa local pro-Kremlin, el grueso de ellas, 936, en ruso pero también en checo e inglés, los tres idiomas más representados por delante de búlgaro, georgiano, alemán, húngaro y eslovaco.
La «violación» de la niña Lisa
El intento de desinformación rusa más sonado en Europa este año se produjo a comienzos de año en Alemania con el que se conoce como «caso Lisa”. Se trataba de una niña rusa de 13 años desaparecida durante 30 horas y que dio lugar a una historia sobre violación de la que se hizo eco la televisión rusa.
“La historia fue creciendo y las agencias alemanas empezaron a escribir. La policía alemana se puso a investigar. Se produjeron manifestaciones contra la política migratoria de Alemania y resulta que todo fue falso”, cuenta el periodista alemán, Steffen Dobbert. “Es la primera vez en la que la propaganda rusa influyó de esta manera, sacando a la gente a las calles”, asegura. Hubo manifestaciones incluso ante la cancillería alemana.
El caso tensó las relaciones entre Rusia y Alemania. El ministro ruso de Asuntos Exterioes, Sergei Lavrov, llegó a acusar a Alemania de estar encubriendo a los violadores. La cadena rusa de televisión Sweda informó que Lisa había sido tomada por «esclava sexual» por varios refugiados.
Fuente: El Periódico