La política expansionista de Putin en el vecindario de Rusia está respaldada por unas preparadas y profesionales fuerzas armadas, gracias a las significativas reformas militares llevadas a cabo desde el siglo pasado.
En el nuevo informe de ECFR “Russia’s quiet military revolution: what it means for Europe”, el investigador de ECFR, Gustav Gressel, afirma que las reformas iniciadas en respuesta a la invasión de Georgia en 2008 han dejado a Rusia con unas fuerzas armadas capaces de actuar rápidamente en cualquiera de sus Estados vecinos, sobre todo si son aislados por sus aliados occidentales. El autor cuestiona, no obstante, la capacidad rusa en Siria.
Gressel plantea que muchos políticos occidentales han permanecido ajenos a esta situación por una falsa sensación de seguridad, centrándose de forma prioritaria y casi exclusiva en el componente del hardware militar de la modernización de las fuerzas armadas rusas. Asimismo, el investigador analiza en detalle las reformas administrativas y de entrenamiento que han logrado recortar considerablemente el tamaño del ejército de Rusia, dando lugar a una serie de unidades militares más pequeñas, versátiles y fácilmente movilizables.
El informe describe que la planificación militar rusa (que incluye juegos de guerra que incorporan el uso limitado de armas nucleares tácticas) demuestra estar claramente dirigida a la Unión Europea y a los miembros de la OTAN. Una sucesión de juegos de guerra ha simulado ataques rusos sobre Polonia, los Estados Bálticos y Finlandia, y uno de ellos –“Zapad 2013”– anticipaba la respuesta militar de Rusia ante un hipotético ataque de un número inespecífico de “terroristas” bálticos tomando el control de Bielorrusia.
Asimismo, mientras Gressel afirma que una escalada militar de tal naturaleza no es inminente, también argumenta que no puede ser descartada. Europa debería, por lo tanto, estar preparada para desenvolverse en escenarios que combinen conflictos bélicos convencionales y no convencionales. También sostiene que su respuesta debería incorporar tanto procedimientos de operaciones de estabilización e intervención ante crisis urgentes, como de defensa tradicional, pues la realidad geográfica y la incertidumbre estratégica requieren de un despliegue rápido de fuerzas, así como de potencia militar. Europa también necesita reconstruir su aparato logístico y administrativo para sostener las importantes operaciones militares en Europa del Este, el cual se ha ido degradando desde 1989.
En referencia a la intervención militar rusa en defensa de su aliado estratégico en Siria, Bassar Al-Assad, Gressel pone en entredicho la habilidad del ejército ruso de involucrarse en este tipo de guerra expedicionaria. Al respecto, menciona la dependencia rusa del apoyo de fuego terrestre y la falta de capacidad de vigilancia para dirigir extensas operaciones en el extranjero.
Accede a la publicación original en inglés, publicado el pasado 15 de octubre.
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Fuente: European Council on Foreign Relations