Fuente: Álvaro Alba, para Martí Noticias
La batalla contra la desinformación rusa, el revisionismo histórico del Kremlin, la manipulación de los hechos históricos, va más allá de la prensa y de las redes sociales.
La estrategia del Kremlin durante décadas se ha formulado con falsa narrativa, creando estados de opinión basados en información tergiversada, formando ejércitos de troles, granjas de propaganda, como fue el caso de la Agencia de Investigación de Internet (en ruso – Агентство интернет-исследований).
En Occidente hoy día se han creado nuevos centros de estudio de Europa Oriental y Central, del antiguo espacio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); como Eurasia.net, que dirige Jeffrey Trimble. Se han activados los antiguos institutos de estudios y análisis sobre Rusia, que en un momento no vieron las señales de descomposición de la URSS, y se percataron tardíamente de la política agresiva del Kremlin. Obviaron, en muchos casos, primero la Guerra Fría 2.0 y después el paso a una agresión militar, en su toda su magnitud, a un país vecino en el 2022. Ahí estaban las señales en Georgia, en el 2008, y en Crimea y Donbas, en el 2014.
En Ucrania fueron más lúcidos que los estudiosos europeos, e incluso que las universidades o centros de estudios americanos. Desde casi inicios del siglo XXI se lanzaron a desenmascarar las mentiras del Kremlin, a presentar con hechos y evidencias las falsedades que aparecían en la prensa rusa e inclusive en la occidental, basadas en informes de los medios rusos. Las principales agencias de prensa y los grandes diarios tenían, desde épocas de la URSS, corresponsalías en Moscú, para cubrir lo que acontecía en Ucrania, o en cualquier otro país que formaba la Unión Soviética. La información de primera mano venía de los medios rusos y en muchos casos era la narrativa rusa la que imperaba.
Tras la invasión rusa a Ucrania, The Washington Post, The New York Times y NPR, entre otros medios de prensa occidentales, abrieron corresponsalías en Kyiv. Varios de los enviados a Kyiv vinieron de la corresponsalía en Moscú, donde previamente laboraban.
Historia de Ucrania vs desinformación rusa
Ya en el 2004 aparece un primer intento en Ucrania para combatir la desinformación rusa en los medios de prensa de Ucrania con Detector Media (Детектор медіа), que en un inicio se llamó Telekritika. Ese año la Revolución Naranja definió la necesidad de enfrentar la avalancha negativa de informes de prensa que salían de las redacciones rusas, controladas por el Kremlin.
En el 2010 aparece Texty.org.ua y la Revolución de la Dignidad o Euromaidan, del 2014, demostró la urgencia de voz propia para relatar los acontecimientos de Ucrania.
Hoy día existen decenas de sitios digitales ucranianos para mostrar la realidad del país y combatir la desinformación rusa, como Vox Ukraine (Вокс Україна), Lviv Media Forum (Львівський медіафорум). Para el 2021 se crean el Centro de Lucha contra la Desinformación (Центр протидії дезінформації), y el Grupo Analítico de Guerra Híbrida (Група з аналізу гібридних загроз).
Las autoridades ucranianas entienden la necesidad de llevar a todo el mundo la lucha contra la desinformación rusa. Sus diplomáticos participan en conferencias y simposios internacionales sobre el tema, buscan presencia en los medios de prensa, etc.
La desinformación rusa en Latinoamérica es tema en numerosos eventos y es objeto de estudios en centros de investigaciones de Occidente.
En las universidades ucranianas se abrieron centros de estudios para combatir la estrategia rusa de desinformación. La Universidad Nacional de Zaporizhzhia realizó en diciembre pasado el simposio «Contrarrestar la desinformación en el contexto de la agresión rusa contra Ucrania: retos y perspectivas», donde participaron otros centros docentes ucranianos.
La propaganda rusa en América Latina tomó proporciones sin precedentes ya desde la consolidación de Vladimir Putin en el Kremlin. Sputnik Mundo, Actualidad RT fueron las armas principales de Moscú para llevar su mensaje distorsionado al continente.
Desde el 2015, según dijera Margarita Simonyan, directora del emporio informativo del Kremlin, Russia Today (RT), se iniciaron las negociaciones de Moscú con La Habana para transmitir la señal en castellano de la televisora rusa. Un año antes habían desembarcado en Argentina, Bolivia y Venezuela.
En el caso de Cuba, tras la invasion a Ucrania en febrero del 2022, las autoridades estadounidenses, en repetidas ocasiones, han condenado «la falsa retórica del régimen cubano» en cuanto a lo que sucede en Ucrania.
La vicecanciller ucraniana Emine Dzheppar, expresó el rechazo oficial de Kyiv a las declaraciones de Cuba, y les pidió que instaran al Kremlin a poner fin a la agresión rusa.
Colaboraciones para enfrentar la propaganda y desinformación rusa
Hace ya un año que la Oficina de Transmisiones a Cuba tiene un acuerdo de cooperación con StopFake.org. Ellos, en el mismo 2014 comprendieron en la facultad de periodismo de la Universidad Nacional de Kyiv-Academia Mohyla, la necesidad de presentar al mundo, en varios idiomas, las mentiras del Kremlin.
Ahora inicia una colaboración similar con el Centro de Odesa para el Estudio de la Desinformación (OCDS), adscrito a la Facultad de Relaciones Internacionales, Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Odesa (UNO), en el sur de Ucrania.
Sylvia Rosabal, directora de OCB, elogió el proyecto con OCDS y consideró que «el estudio profesional de la profundidad y el impacto de la propaganda rusa en la prensa cubana y la narrativa oficial prepara mejor a la audiencia para diferenciar la información objetiva de la propaganda maliciosa, proveniente de Rusia, China o Irán”.
El OCDS, creado en julio del 2022, tiene como objetivo la promoción y el estudio de la desinformación rusa a nivel mundial; al tiempo que buscan una mayor colaboración y coordinación a nivel internacional, ayudando también al conocimiento de las prácticas de desinformación de Rusia en regiones específicas.
La directora del Centro en Odesa, la Dra. en Ciencias Políticas, Olga Brusylovska, dijo a Martí Noticias que «aunque hay muchos estudiosos que trabajan sobre la desinformación rusa en todo el mundo, OCDS proporciona una mayor colaboración y coordinación a nivel internacional y contribuye al conocimiento de las prácticas de desinformación en una región específica».
En el caso de América Latina y Cuba, los expertos de OCDS dedicarán especial énfasis a presentar la penetración rusa, la percepción en el continente, las alianzas informativas de Moscú, la desinformación en los medios hispanos, etc.
La politóloga ucraniana, también jefa de la cátedra de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Odesa, detalla la experiencia del centro en estos dos años de existencia.
Según Brusylovska, «en 2022, UNO y laUniversidad de Loughborough (Reino Unido) organizaron conjuntamente una mesa redonda de investigación en la que se debatió el impacto de la guerra de Rusia contra Ucrania en la comunicación política, el periodismo y la opinión pública en un contexto global. En el 2023 participaron en numerosas conferencias y simposios internacionales, como el congreso «Los discursos y sus impactos en un mundo de crisis múltiples», coorganizado por la asociación internacional DiscourseNet y la asociación latinoamericana ALED, en la Universidad de Valencia, en España; también colaboran con el el proyecto Entrenar a los entrenadores, para representantes de las regiones de Dnipropetrovsk y Odesa (destinado a formar especialistas en ejercicios intersectoriales de simulación de crisis); y en la 2ª Mesa Redonda Internacional «La comunicación mediática internacional en la era digital».
El personal de OCDS, en su mayoría, proviene de la Cátedra de Relaciones Internacionales, que fundara en 1996 el Dr. en Ciencias Históricas Semion Iosivovich Appatov, un renombrado americanista ucraniano, quien dejó a un lado la crítica propagandística soviética en el estudio de la historiografía, la bibliografía y la política estadounidense para darle un matiz de análisis científico. El núcleo central de la Facultad de Relaciones Internacionales y la Cátedra, son discípulos de Appatov.
Brusylovska dijo a Martí Noticias que cada empleado del OCDS trabaja en «problemas específicos del ámbito de la desinformación rusa que le son más cercanos». En su caso, la académica se especializa en los países poscomunistas de Europa y Asia»; la Dra. Ganna Grabina, en Tecnologías de la Información; la Dra. Maiia Nikolaeva, en Bulgaria; Iryna Maksymenko, en la Unión Europea; Kateryna Vakarchuk, en el mundo iberoamericano; Yuliia Tarasiuk, en Turquía; la estudiante de doctorado Vera Nasikivska, en temas de la Federación Rusa; y el estudiante de doctorado Denys Lishchynovskyi, en Estados Unidos».
Propaganda y desinformación del Kremlin, nada nuevo bajo el cielo
Si hoy vivimos en la era de la desinformación digital global, y vemos sesiones sobre el tema en el Senado o Congreso de Estados Unidos, resoluciones de la Unión Europa, Australia, Japón, Canadá o Nueva Zelandia para detener la propaganda rusa; en Rusia la desinformación no es un ejercicio nuevo. Basta con recordar los Protocolos de los Sabios de Sion, creados por la policía política zarista para atacar a los judíos residentes en el Imperio ruso en 1902, y cuyo impacto se mantiene en la actualidad para acusar a hebreos de una presunta conspiración con los masones.
Desinformar ha sido para el Kremlin una tarea perenne desde los tiempos iniciales de la URSS. Dentro del GPU (Directorio Político del Estado o Государственное политическое управление), la abuelita del KGB, se crea en 1923 una oficina dedicada a la dezinformatsya(desinformación) con el objetivo de engañar a los movimientos republicanos, monárquicos, nacionalistas e independentistas que había en el amplio territorio del naciente estado bolchevique. La propaganda y la desinformación fueron parte de lo que llamaron «guerra política». La negación de la realidad, la tergiversación, difamación o simple desacreditación de cualquier política, personalidad, evento o acontecimiento que se opusiera o fuera contrario al interés y estrategia de Moscú fueron una constante en ese tiempo.
El corresponsal del diario The New York Times en la capital rusa, Walter Duranty, recibió en 1932 el Premio Pulitzer por 11 trabajos sobre la URSS publicados en el verano de 1931. En sus reportajes ignoraba, entre otros temas, el Holodomor de Ucrania, la crueldad contra los granjeros durante la colectivización y las violaciones de los derechos a los procesados en los juicios estalinistas.
Desde 1990 se ha pedido en varias ocasiones que se le revoque el premio y el diario neoyorquino argumentaba, tras extensa investigación, que el enviado especial basaba sus informes en la información que proporcionaba el Kremlin, y subrayaba que «tomar la propaganda soviética al pie de la letra de esta manera era completamente engañoso».
Sobran ejemplos de la desinformación del Kremlin. Basta con mencionar la matanza de Katyn, ocurrida en 1941, cuya autoría soviética fue reconocida en 1989, ya bajo el Glasnost de Mijail Gorbachev. De las oficinas del KGB, relataba el ex oficial del KGB Vasili Mitrojin en su libro «La espada y el escudo», salieron las versiones de la implicación de la CIA en el asesinato del presidente JFK. La versión de TASS era diferente a la realidad en lo relacionado a la invasión a Afganistán en diciembre de 1979 y el asesinato del presidente afgano a manos de agentes del KGB; falsas declaraciones tras el derribo del avión civil surcoreano en 1983. TASS, la agencia de prensa soviética reciclaba artículos sobre el origen del SIDA en «laboratorios estadounidenses».
El Glasnost, en tiempos de la Perestroika, fue una ventana de apertura informativa, que se cerró al llegar el siglo XXI con el ascenso de Vladimir Putin a la dirección de la Federación Rusa.
La propaganda nacionalista rusa con tecnología digital impera en la Rusia actual. El periodista estadounidense David Satter, quien fuera expulsado de Rusia en el 2013, en una entrevista a Radio Libertad en noviembre del 2021 que fue reproducida por martinoticias.com, destacaba “las mismas tendencias en la Rusia postsoviética» como el «uso intensivo de técnicas de propaganda y desinformación”.
Precisamente el trabajo de OCB con el OCDS se enfoca en las oportunidades de desarrollo «no tanto en los análisis actuales dedicados a la desinformación rusa (en Ucrania hay suficientes analistas independientes en diversas estructuras), sino en el desarrollo de un enfoque científico para identificar y contrarrestar las amenazas que emanan de la Federación Rusa en la esfera de la información», como explicó a Martí Noticias la Dra. Brusylovska.
Fuente: Álvaro Alba, para Martí Noticias