Viejos métodos de dictadores

En los últimos años, los rumores sobre la mala salud o incluso la muerte de Vladimir Putin han circulado regularmente por los medios de comunicación y las redes sociales de todo el mundo. Sus fuentes son a veces difíciles de verificar, y la aparición de tales informes se atribuye a menudo a los círculos internos del Kremlin. Según los expertos, la información sobre la supuesta enfermedad del presidente ruso puede estar controlada y difundida deliberadamente por el propio Putin o sus allegados. Este tipo de procedimiento no es algo nuevo en el mundo de los regímenes autoritarios. A lo largo de la historia, los dictadores han iniciado o tolerado repetidamente la circulación de rumores sobre su propio estado de salud para sondear la lealtad de quienes les rodean y atrapar a quienes pretenden hacerse con el poder.

Poner a prueba la lealtad de la élite

 Difundir rumores sobre el estado de salud de Putin -desde dolencias leves hasta noticias de muerte inminente- puede ser una forma sutil de provocación política. Al observar las reacciones de la élite política y militar, el Kremlin tiene la oportunidad de identificar a aquellos individuos que, ante el debilitamiento de su líder, empezarán a buscar nuevos acuerdos o intentarán explotar la situación para sus propios fines. Tales tácticas implican una especie de prueba de lealtad: quienes «se mueven primero» y empiezan a buscar informalmente influencia dentro del sistema pueden ser rápidamente señalados y marginados. Es un método antiguo y probado: permitir una filtración controlada de información perturbadora para ver quién rompe la línea existente, y luego eliminar a los «desleales» del círculo de confianza.

Presión externa y divisiones internas

Los últimos meses han sido difíciles para el Kremlin. Rusia se enfrenta a una creciente presión de la comunidad internacional: por ejemplo, restricciones al comercio de materias primas energéticas, como el tope de precios al petróleo ruso impuesto por los países del G7. A ello se suman los ataques efectivos a infraestructuras estratégicas, como explosiones en puertos y terminales de materias primas. La élite económica y política rusa, que enfrenta a una serie de reveses y al creciente aislamiento del Estado, puede estar planteándose cada vez más preguntas sobre el futuro de los actuales dirigentes. En este contexto, los rumores sobre la enfermedad de Putin se convierten en una herramienta útil para descartar a posibles traidores.

Desinformación dirigida al exterior: el impacto en la sociedad ucraniana

 No obstante, los rumores sobre la muerte o la grave enfermedad de Putin no sólo afectan a la élite rusa. Asimismo, pueden tener un impacto significativo en la parte ucraniana. En una situación de guerra continua, con Ucrania movilizada a una escala sin precedentes -tanto en el frente como en el interior-, la expectación provocada por las noticias falsas sobre el fallecimiento de una figura clave del régimen ruso puede tener un efecto desmovilizador. Si una parte de la sociedad ucraniana llega a creer que la muerte de Putin significa un rápido fin de la agresión, entonces puede empezar a perder su vigilancia y determinación. Mientras tanto, como señalan los expertos, incluso sin Putin, la política rusa puede no cambiar radicalmente y la guerra puede continuar si los centros clave de poder siguen dominados por el ala dura del Kremlin.

El aspecto psicológico de la guerra de información

La información sobre la supuesta muerte de Putin no es sólo una curiosidad mediática: forma parte de la guerra psicológica. Las influencias aparentemente intangibles sobre la moral y la percepción de la amenaza pueden desempeñar un papel clave durante las hostilidades. Ucrania, en la que la sociedad participa activamente en el esfuerzo bélico -desde el apoyo al ejército hasta la ayuda humanitaria-, debe mantener su máxima concentración. Difundir esperanzas ilusorias de un rápido final del conflicto puede provocar una disminución del compromiso y dificultades para mantener la necesaria tensión defensiva.

Un sucesor en la sombra y la incertidumbre del cambio

Conviene recordar que la muerte de Putin no ofrece respuestas sencillas. La falta de un plan sucesorio claro y las complejas relaciones dentro de la élite rusa hacen que el nuevo líder no abandone automáticamente la línea política actual. Al contrario, puede que intente continuar con el esfuerzo bélico o endurecer el rumbo autoritario para consolidar su posición. La situación geopolítica es tan impredecible que cambiar a Putin por otro actor podría significar una política igualmente agresiva, sobre todo si el nuevo líder está vinculado a los círculos más duros del establishment ruso: militares, oligárquicos o servicios secretos.

Elemento de campaña y manipulación de la opinión pública

Curiosamente, según algunos observadores, la difusión de rumores sobre la salud de Putin también puede formar parte de los preparativos de su próxima campaña presidencial. La propaganda rusa se ha basado durante mucho tiempo en crear la imagen de un líder «indestructible». Así que si la información sobre la enfermedad o la muerte a lo largo del tiempo resulta no ser más que una burbuja mediática, esto podría ser hábilmente explotado en la campaña. El Kremlin podrá presentar a Putin como «eterno», capaz de superar cualquier crisis, incluidas las «imaginarias» creadas por los enemigos de Rusia. De este modo, la opinión pública rusa puede estar segura de que su líder es inquebrantable y de que todas las presiones y sanciones occidentales son ineficaces.

La niebla de la guerra informativa

Los rumores sobre la enfermedad o la muerte de Vladimir Putin tienen múltiples funciones: por un lado, permiten al Kremlin poner a prueba la lealtad de la élite; por otro, introducen incertidumbre entre los opositores y pueden debilitar su determinación. Además, forman parte de un juego propagandístico más amplio para preparar el terreno para las próximas elecciones y perpetuar el mito de Putin como líder indestructible. Mientras tanto, los expertos ucranianos advierten que no hay que dejarse engañar por estas narrativas, ya que un debilitamiento de la vigilancia y de la concentración en el esfuerzo bélico podría resultar peligroso. La guerra no sólo se gana sobre el terreno, sino también en las mentes, y la difusión de la desinformación es una de las herramientas clave de esta batalla.

Artur Żak