La versión original por Andrii Vvedenskiy para Radio Liberty
El Parlamento autónomo de Cataluña ha aprobado una ley sobre la celebración de un referéndum sobre la independencia el 1.o de octubre. Este acontecimiento podría pasar desapercibido, si no fuera por la histeria masiva de los medios de comunicación rusos: todos los diarios y radios compararon la situación en Cataluña con la de Crimea, con pronósticos tales como la desintegración de la UE y el reconocimiento de que la península pertenece a Rusia. Por lo tanto, pues, hay que explicar con detalles que Crimea no es Cataluña.
Lo primero y principal es que los catalanes no son solo la población de una misma región española, sino también una nación que lleva su historia desde los tiempos medievales. El idioma catalán (catalá) abarca 11,6 millones de personas que lo usan y se parece no tanto al castellano como al occitano que se usa en el sur de Francia. La literatura catalana tiene una dedicación separada en las enciclopedias, así, basándose en el derecho de identificación de los catalanes étnicos, es lanzado este referéndum.
Sin embargo, no existe “la nación de Crimea” en el sentido étnico, ni tampoco político. Los que viven en Crimea son los tártaros de Crimea, los karaites de Crimea y los crimeos rusos y ucranianos; hay también otros grupos étnicos, pero son pocos. Y estas naciones no están unidas por la lengua, religión o derechos políticos (desde 2014). Por lo tanto no tienen sentido las pláticas sobre “una nación de Crimea” y “su derecho a la autodeterminación” y no son nada más que propaganda, que oculta la agresión rusa. Este derecho lo tienen las naciones nativas de la península y de toda Ucrania, según la ley.
En segundo lugar, los condados de Cataluña habían ganado la independencia en 988 y luego poco a poco se juntaron en un Estado, con la capital en la ciudad de Barcelona. En 1137 se anexó al reino de Aragón, en 1469 Aragón se juntó con Castilla y desde 1516 España es un reino unido. No obstante, Cataluña siempre ha guardado sus beneficios y derechos, junto con un parlamento propio. La presión por parte del poder central en el siglo XVII llevó al levantamiento y a la declaración de una Cataluña independiente en 1640 y luego en 1652 conquistada por los españoles.
Pasando la Guerra de Sucesión Española y otra conquista de Barcelona por parte de los españoles el 11 de septiembre de 1714, fue cancelada la constitución catalana, cerradas las universidades catalanas y lanzada la prohibición de la lengua catalana en los documentos oficiales y escuelas. Las represiones llevaron a los levantamientos, hasta que en 1932 lograron obtener la autonomía y la perdieron en 1939, con la posibilidad de renovarla en 1978 y extenderla en 2006.
Al contrario, Crimea fue trasladada como una unidad administrativa dentro de la URSS por la decisión del poder soviético en 1954, lo que fue mencionado en las constituciones de las repúblicas en 1978 y en un acuerdo bilateral en 1990. Pues ese cambio no tuvo nada que ver con la decisión de su población, porque Crimea no tuvo ninguna forma de estadidad. Una Ucrania independiente en 1991 reconoció el estado de autonomía de Ucrania. Pues los crimeos no han tenido una lucha de siglos con Kyiv por sus derechos.
En tercer lugar, los catalanes luchan desde hace mucho tiempo y constantemente: precisamente para obtener la independencia de su región. El conflicto hispano-catalán es un conflicto interno, ya que Barcelona no pide devolver territorios catalanes que ahora pertenecen a Francia, tampoco Francia apoya el movimiento independentista catalán.
Por otro lado, la idea de la independencia completa de Crimea no es posible, hablando desde el punto de vista económico; una idea que sonaba más fuerte fue la unión con Rusia. Esta circunstancia impide paralelos entre Crimea y Cataluña. La situación de Crimea desde el principio se parecía a un tango para tres, entre Kyiv, Simferopol y Moscú.
En cuarto lugar, el movimiento por la independencia catalana tiene el apoyo masivo e interno de los catalanes. A menudo son llevados a cabo los referéndums consultivos informales sobre la independencia: en 2009 y 2010 a favor votaron el 96% y el 95%, correspondientemente. En un sondeo de 2014, el 80% eligió una independencia completa y el 10% la extensión de los derechos dentro de España. Desde 2012 la mayoría en el parlamento catalán son los que apoyan la independencia.
En contraste con esto los partidarios de la unión de Crimea con Rusia no tuvieron tanto éxito. Según el estudio del Centro Razumkov, en 2008 el 63,8% de los ciudadanos de Crimea quería irse de Ucrania y unirse con Rusia, la cantidad fue mayor entre los de Sevastopol: el 72,4%. Los informes de la ONU sobre Crimea señalan que, desde 2009 hasta 2011, la cantidad de los que querían juntarse con Rusia disminuyó hasta el 65%. Lo que importaba es la opción dada en el sondeo; apenas fue cambiada a “un estado óptimo para Crimea” y solo el 43-45% opinaron para Rusia. Según los datos de Research & Branding Group la cantidad de los crimeos que apoyaban estar dentro de Ucrania en 2012 superó a los que preferían a Rusia: el 40% contra el 38%, correspondientemente. El sondeo del Instituto Gellap registró que, en mayo de 2013, los crimeos que aún querían la unión con Rusia fueron nada más que el 23%. El mismo año el Instituto internacional sociológico de Kyiv registró que el 36% de los crimeos opinaron que Ucrania debería fusionarse con Rusia.
Una situación parecida estaba en el parlamento de Crimea: en 1994, 58 diputados de 100 fueron prorrusos; en 1998, solo seis; en 2002, cinco; en 2006, 23; en 2010, 8 (el partido de Sergei Aksionov, que se volvió para ser el líder, ahora obtuvo el 4% de votos). ¿Creer a la propaganda rusa sobre un presunto número de 95% de apoyo de los crimeos? No hay razón alguna.
Por último —si bien no menos importante—, la lucha independentista de Cataluña cuenta solamente con sus propias posibilidades y fuerzas, y esta lucha se lleva a cabo exclusivamente en el ámbito jurídico (aunque la opinión de Madrid y de Barcelona son distintas acerca de esta cuestión).
El separatismo de Crimea fue inspirado por Moscú y utilizado por Rusia para legitimar la anexión ilegal de la península. Hasta la misma Cataluña ya había declarado que Crimea no es Cataluña (StopFake ya había desmentido el supuesto reconocimiento de una Crimea rusa por parte de Cataluña). En 2014 el gobierno catalán mandó a las embajadas de los países de la UE una nota con el mismo título “Cataluña no es Crimea”, que explica la diferencia entre estos casos. Según la opinión de los líderes catalanes, el referéndum de Crimea no fue nada más que un intento de legitimar la anexión de una parte de los territorios de un país independiente mediante la agresión militar y el gobierno de Crimea funcionaba bajo la presión de las tropas ocupantes; tampoco fue guardado el derecho para una libre expresión y la elección fue artificialmente limitada sin darles a los ciudadanos mucha opción. Lo mismo publicó el diario El País la semana pasada: “Quizá tuvo la suerte de que los chirridos del Gobierno regional de Crimea los tapaba y amparaba el ruido de los tanques rusos. Al invadir, despanzurraron hasta diez disposiciones legales de obligado cumplimiento internacional (Jean-Dominique Giuliani, Russia, Ukraine and International Law, F. Robert Schuman, doc. 344, 17/2/2015). Los catalanes de hoy tienen la suerte de que su vecino sea Andorra y no la Rusia de Putin”.
Los “hombres verdes” de Rusia que captaron al parlamento de Crimea, ya hicieron inútiles los vínculos con el caso catalán. Pues el Kremlin no tiene que contar con los resultados del referéndum catalán para justificar su anexión de Crimea, cualesquiera que sean.
Porque Crimea no es Cataluña.
La versión original por Andrii Vvedenskiy para Radio Liberty