Las teorías conspirativas han sido durante mucho tiempo una de las herramientas de desinformación más poderosas utilizadas para manipular a la opinión pública e influir en su comportamiento. En los últimos años, Rusia ha hecho un uso especialmente intensivo de este mecanismo para desestabilizar la situación en regiones estratégicas, fomentar la desconfianza en Occidente y socavar la confianza en las instituciones democráticas. Las teorías conspirativas se construyen deliberadamente de forma que puedan difundirse ampliamente, con el objetivo de crear un caos informativo y suscitar dudas sobre las versiones oficiales de los hechos.

Mecanismos de creación de teorías de la conspiración

Las teorías de la conspiración se basan en varios mecanismos psicológicos y sociales básicos. En primer lugar, explotan la tendencia natural de las personas a buscar patrones y causas en sucesos aleatorios o complejos. En segundo lugar, explotan emociones como el miedo, la ira o la incertidumbre, que aumentan la susceptibilidad a la desinformación. En el contexto de la desinformación rusa, las teorías de la conspiración suelen apelar a temores relacionados con la globalización, la migración o las intervenciones militares occidentales.

Un ejemplo es la teoría de la conspiración en torno a la pandemia de COVID-19, que afirma que el virus fue creado artificialmente por las élites occidentales para controlar a la población. Este tipo de narrativas se han difundido ampliamente en los medios de comunicación estatales rusos y a través de cuentas falsas en plataformas de redes sociales. Esto las ha hecho muy populares en los países de Europa del Este, incluida Ucrania, donde los temores a una pandemia y a la vacunación han sido alimentados aún más por los círculos prorrusos.

El uso de teorías de la conspiración en Ucrania

Ucrania, uno de los principales objetivos de la agresión rusa, es especialmente vulnerable a las teorías de la conspiración. Rusia ha difundido sistemáticamente narrativas diseñadas para desacreditar al gobierno, al ejército y a los aliados occidentales ucranianos. Un ejemplo es la teoría de la conspiración de que los acontecimientos de Maidan en 2014 fueron supuestamente el resultado de un golpe organizado inspirado por la CIA. Este tipo de narrativa es reproducida por los medios de comunicación rusos y utilizada para crear divisiones en la sociedad ucraniana.

Otro ejemplo es la teoría sobre el supuesto tráfico de órganos por parte de soldados ucranianos en Donbás. Esta falsa narrativa, difundida por los canales de noticias rusos, fue diseñada para deshumanizar a los ucranianos a los ojos de la opinión pública internacional e infundir miedo y resentimiento hacia sus esfuerzos de defensa.

Una de las teorías conspirativas más notorias utilizadas por Rusia en su guerra contra Ucrania es la relativa al derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines en julio de 2014. Medios de comunicación y funcionarios rusos han difundido diversas versiones de los hechos, entre ellas acusaciones de que Ucrania derribó el avión, sugiriendo el uso de cazas o sistemas de defensa antiaérea ucranianos. Estas teorías pretendían desviar la atención de las pruebas que apuntaban a la implicación de separatistas prorrusos que utilizaron el sistema de misiles Buk de Rusia. Las falsas narrativas también incluían afirmaciones de que el avión estaba lleno de cadáveres o que se trataba de un intento de asesinato para desacreditar a Rusia.

Otro ejemplo es la teoría de la conspiración sobre el ataque de 2022 contra Mariupol, incluida la destrucción del teatro de teatro donde se escondían cientos de civiles. Rusia ha afirmado en repetidas ocasiones que el edificio fue volado por combatientes ucranianos de Azov, a pesar de las abrumadoras pruebas de que las fuerzas rusas llevaron a cabo el ataque aéreo. Tales argumentos han circulado ampliamente en los medios rusos y prorrusos para justificar las acciones militares y culpar a Ucrania.

Canales de distribución de teorías conspirativas

Rusia utiliza diversos canales para difundir eficazmente las teorías de la conspiración. Entre ellos se encuentran los medios de comunicación tradicionales, como la televisión y los periódicos, así como las modernas plataformas digitales, incluidas las redes sociales. Una herramienta clave son las granjas de trolls, que producen en masa contenidos de desinformación y los distribuyen en varios idiomas para llegar a la mayor audiencia posible.

Cabe destacar las actividades de portales web rusos que publican artículos que presentan información falsa o manipulada. Combinado con campañas en sitios como Facebook, Twitter y Telegram, este contenido está ganando popularidad rápidamente, especialmente entre los susceptibles a las teorías conspirativas. Además, Rusia está utilizando organizaciones y activistas prorrusos locales para apoyar la difusión de estas narrativas a nivel social.

Implicaciones sociales y políticas

La difusión de teorías conspirativas tiene consecuencias de gran alcance para las sociedades a las que van dirigidas. En Ucrania, provoca divisiones sociales, un aumento de la desconfianza en las instituciones estatales y un debilitamiento de la confianza en los aliados internacionales. Las teorías de la conspiración también se utilizan para deslegitimar los esfuerzos de defensa de Ucrania y socavar su soberanía en la escena internacional.

Además, la difusión de desinformación afecta a los procesos democráticos, como las elecciones, al manipular la opinión pública y socavar el debate público. A largo plazo, esto puede conducir a la desestabilización política, que es el principal objetivo de la estrategia híbrida rusa.

¿Cómo contrarrestarla?

Contrarrestar la difusión de teorías conspirativas requiere un enfoque complejo que incluye tanto la educación de los medios de comunicación como la acción legislativa. El desarrollo de un pensamiento crítico en la sociedad y la promoción de fuentes de información fiables son cruciales. En Ucrania, ONG como StopFake desempeñan un papel importante en la denuncia de la desinformación rusa y la sensibilización de la opinión pública.

La cooperación internacional también desempeña un papel importante en la lucha contra la desinformación. Los países occidentales deben apoyar a Ucrania en la creación de resistencia a la influencia informativa rusa, tanto proporcionando tecnología para detectar contenidos falsos como formando a periodistas y funcionarios del gobierno.

Resumen

La difusión de teorías conspirativas es una de las herramientas más eficaces del arsenal de desinformación ruso. Los efectos de este fenómeno son particularmente evidentes en Ucrania, donde las teorías de la conspiración se están utilizando para socavar la estabilidad interna y la posición internacional del país. La lucha contra este fenómeno requiere una acción coordinada a nivel nacional e internacional, así como la participación de la sociedad civil en la construcción de la resistencia a la manipulación informativa.