Liz Wahl es una periodista estadounidense que trabajaba para RT desde 2011 hasta 2014 en Washington D.C. Ella hizo una denuncia sobre el cubrimiento del conflicto entre Ucrania y Rusia por RT tras su renuncia del canal. Wahl habló en público sobre los mecanismos de la propaganda rusa y los desafíos para la prensa de hoy.
RT, anteriormente Russia Today, se describe como una organización afilada, que empuja para «cuestionar más». Este es un canal internacional de televisión ruso financiado por el gobierno ruso, y se anuncia como una plataforma para las voces alternativas, que, como ellos dicen, están censurada por los medios de comunicación masiva manejados por las grandes corporaciones.
Darle la voz a uno que no la tiene es, cierto, una noble misión del periodismo. Sin embargo, mi experiencia de trabajo en RT me mostró que la meta del canal no era la búsqueda de la verdad y su difusión. Sino más bien crear la confusión y sembrar la desconfianza en los gobiernos e instituciones occidentales, informándoles de todo lo que parece desacreditar al Oeste e ignorando todo que les pudiera dar crédito. Cualquier fracaso político, social o económico occidental que se percibe es por lo tanto un vehículo para la narrativa en general.
A veces eso significa perseverar en historias que, aunque de hecho son verdaderas, difunden la idea de que las potencias de los Estados Unidos y otros países del Occidente son corruptos, son derrotados y no están en condiciones morales para afirmar su superioridad sobre cualquier otro país.
RT América está localizada a unas cuadras de la Casa blanca y emplea en su mayoría a los estadounidenses. Cuento que alrededor del 90% de sus empleados eran ciudadanos de EE.UU, cuando yo trabajaba allí. Al mismo tiempo el director de noticias y el director de negocios eran rusos. Las relaciones entre Moscú y los jefes rusos parecieron ser tenebrosas (oscuras), la mayoría de nosotros se quedaba sin conocer de donde provenían las directivas que recibíamos. Al mismo tiempo, los líderes rusos estaban involucrados en nuestro trabajo cotidiano, no solamente dándonos guías de qué temas teníamos que cubrir y cómo lo deberíamos hacer, sino también dándonos los “expertos” para las entrevistas.
Recuerdo el día en que llegué a la conclusión de que, contrariamente a las opiniones de mis gerentes rusos, algunas voces simplemente no deben ser amplificadas.
Después de cinco meses trabajando para RT, yo llegué a la reunión del editorial del día siguiente. Fue el día cuando Corea del Norte había lanzado un cohete de largo alcance. Dmitry*, el ruso editor de las noticias, quiso que proveyéramos un giro alternativo.
“Los medios populares están haciendo una cosa muy importante del lanzamiento. Esto es un gesto de hipocresía occidental, porque son muchos los países que hacen pruebas del lanzamiento de cohetes, entonces ¿por qué es tan importante cuando lo hace Corea del Norte?”, preguntó Dmitry. No sabía si la pregunta fue retórica, pero ya que estaba mi turno de ser locutora, decidí romper el silencio.
“Pero Corea del Norte no es precisamente como cualquier otro país. Es solitario, beligerante, tiene una historia bastante terrible sobre la violación de los derechos humanos, y tiene un arma nuclear”, respondí.
Dmitry parecía imperturbable ante mi respuesta y continuó con su tesis: «Estos son titulares histéricos que hacen mucho ruido y pocas nueces, ¿no es cierto? Es un doble estándar occidental típico «, afirmó Dmitry.
Como locutora mi trabajo estaba en presentar las noticias y entrevistar a los expertos y comentadores que me habían dicho. En este caso me dijeron que tenía que entrevistar a un experto de Corea del Norte luego y Dmitry me dio una lista de preguntas para el experto. No sabía quién era el experto antes de presentarlo en vivo.
Su nombre era Jason Adam Tonis, el presidente del Grupo de ideas de Juche-Songun de América del Norte. Yo trataba de pronunciar bien el nombre y su título, que veía por primera vez.
“Bienvenido, Jason. Pues hay una gran cantidad de publicidad sobre este cohete. Sin embargo, ¿es posible que los temores estén exagerados?”
No tomó demasiadas palabras en salir de su boca antes de que me diera cuenta de que no sonaba saludable psicológicamente.
“Claro que sí. Me refiero que fue solamente un lanzamiento de un satélite. Algo que hace los Estados Unidos todo el tiempo ¿pues porqué cada país puede hacerlo y RPDC no?”
“Parece que los productores encontraron a alguien con creencias alineadas con la narración del director de noticias, que habíamos discutido en la mañana”, pensé y seguí con la pregunta que ya tenía escrita. “¿Por qué es un fin del mundo cuando Corea del Norte lanza uno?”
“Cualquier progreso hace de Corea del Norte una amenaza al régimen estadounidense, porque tiene miedo de que si más gente de los EE.UU conocieran del progreso de Corea del Norte, van a quedarse con ganas de tener el mismo sistema que tiene la RPDC en su país”.
Quería saltar, cuando él hizo esta declaración tan ridícula. Insegura sobre como dirigir la entrevista, pegué la mirada a la lista de las preguntas y los temas obligatorios de Dmitry: el alarmismo de los medios populares; hipocresía; los estándares dobles. Al final hizo una pregunta sobre si los EE.UU pueden suspender su ayuda alimentaria a Corea del Norte como respuesta al lanzamiento del cohete.
“Bueno, la situación en torno a la alimentación en la RPDC es exagerada. No hay hambruna allí. La gente tiene suficiente para comer. Aunque, por supuesto, a ellos les gustaría tener más ayuda alimentaria”.
En este momento yo decidí intervenir con mi pregunta y lo corté: “A Ud. le parece que no hay hambruna en Corea del Norte, ¿es lo que ha dicho?”
Él puso los ojos en blanco y me respondió irritado: “No, no hay hambruna allí en Corea del Norte”, afirmó.
“¿No hay? Jason, pero ¿cómo lo sabe?”
Respondió que en su comunicación con la RPDC, lo informaron sobre el alto nivel de vida del país, y me daría cuenta que la verdad obvia puede ser afirmada cuando uno visita el país mismo. Por último, oí una voz en mi oído, mandándome terminar la entrevista.
Frustrada y perpleja, abandoné el estudio y pregunté a los productores donde lo encontraron a este experto. Me dijeron que la directiva fue desde arriba. Resultó que Dmitry había recorrido el Internet para encontrar un punto de vista «alternativo» que era diferente de las voces de «alarmismo» sobre el lanzamiento del cohete. Esa persona resultó ser un firme partidario del régimen de Corea del Norte, uno de los pocos estadounidenses que podrían ser identificados a través de una búsqueda en Google.
Así me chocó la realidad del trabajo en RT. Los expertos que estábamos entrevistando, fueron elegidos por su cierta habilidad para hablar de la hipocresía occidental. A veces la persona fue elegida por el director de noticias, pero los productores con el tiempo ya aprendieron como buscar a los comentadores, que podrían ser aprobados por el director de noticias. También aprendieron como autocensurarse y ya por la intuición saben que preguntar y, aún más importante, lo que no debe ser preguntado.
Sin embargo, creo que no fue la única vez cuando a una persona con opiniones cuestionables le fue dado tiempo para hablar en al aire. Los dictadores, líderes de culto y asesinos fueron entrevistados en la prensa y ampliamente reconocidos como legítimos.
Se plantea la pregunta, ¿qué hace RT únicamente diferente de los medios de noticias genuinas? ¿No son todos los medios de comunicación sesgados? Es una pregunta que me hicieron varias veces desde mi deserción pública del canal, y, quizás no por casualidad, es el argumento favorito que buscan los que quieren defender a RT contra la acusación de sesgo, afirmando que “los medios populares» son sesgados también.
Para responder la pregunta, busqué el código de ética de los principios para el periodismo. Puedo referir a la Sociedad de los periodistas profesionales El Código de ética. El primer principio es “buscar la verdad y difundirla”. En la práctica, esto significa que los periodistas deben averiguar la información antes de publicarla, proveer el contexto y nunca, deliberadamente, informar hechos distorsionados.
No fue el modo de trabajo habitual de RT. Mi experiencia de trabajo en el canal era que las noticias y los expertos sistemáticamente fueran seleccionados de acuerdo con el programa subyacente, cuya meta no fue descubrir las historias no reveladas, sino subrayar la hipocresía occidental.
Esa agenda llevó a centrarse en ciertos tipos de historias, como las revelaciones de Snowden, el juicio militar de Bradley [Chelsea] Manning y cada manifestación en EE.UU que podría hacerse eco a la hipocresía o sembrar la desconfianza. En cada caso, la exigencia periodística para el contexto justo y equilibrado estaba subordinada al imperativo de mostrar la malicia del Oeste. Y mientras que pocos periodistas con experiencia fueron distinguidos por ser justos y objetivos, había una presión constante desde la parte superior a desviarse de la precisión para ofrecer una narrativa anti-estadounidense y anti-occidental. Los corresponsales que rechazaron la agenda subyacente de la dirección en su trabajo fueron reprimidos; aquellos que siguieron al final fueron recompensados. Con el tiempo, los empleados aprendieron de estas experiencias y comenzaron a adaptarse para que los reciban los patrones rusos.
Cuando la crisis de Ucrania empezó a dominar en la cobertura de noticias, la falta del contexto asumió un papel siniestro. Es un papel que ha persistido hasta nuestros días en la cobertura de la guerra en Siria por los medios de comunicación rusos. La narración no sólo se trataba de realizar un morphing (la transformación de la imagen fotográfica de un objeto real en la imagen fotográfica de otro objeto real) de percepciones de EE.UU o el Oeste, se trataba de falsificar al conflicto mortal en que participa Rusia directamente. La falta del contexto, los detalles selectivos y distorsión de los trozos de verdad condujo a una representación deformada de la crisis.
A los ojos del Kremlin y extendiéndose por los medios rusos, incluyendo a RT, la revolución en Ucrania fue respaldada por la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU y los poderes hegemónicos occidentales, que estaban ayudando a los fascistas y neo-nazistas para facilitar un cambio de régimen que va a aislar Rusia y beneficiar al Oeste.
Al final, decidí renunciar mientras presentaba un programa en vivo, fue mi protesta contra la política de la editorial: “No puedo ser parte de la red financiado por el gobierno ruso, que justifica los hechos de Putin. Estoy orgullosa de ser estadounidense y creer en la difusión de la verdad, y por esa razón, después de este programa, yo renunciaré”.
Acabé con RT por que el canal violaba las normas periodísticas. El canal atrae a sus empleados y a la audiencia con la promesa de ofrecer puntos de vista poco convencionales e insuficientemente representados.
Pero a medida que la televisión afirmaba ser la campeona de la pluralidad entre los medios extranjeros, se hizo imposible ignorar la hipocresía inherente de la organización que critica constantemente potencias occidentales por la hipocresía: Rusia ocupa 152º lugar entre los 180 países del mundo por la libertad de prensa dentro del país.
Sin embargo, es necesario preguntarse ¿cómo una mano de obra predominantemente estadounidense vino para llevar a cabo dicha agenda? Según mis propias observaciones, yo diría que es el resultado de tres atributos: el antiamericanismo (y anti-occidentalismo), el engaño y la apatía.
El primer grupo incluye aquellos que están seguros de que el sistema de los Estados Unidos ya está roto y justifican así su crítica hacia el interior, incluso si eso significa hacer la vista gorda a lo que hace Rusia o sus aliados. El segundo grupo, incluyendo a los que creen en teorías de conspiración, cree que EE.UU es una pura maldad que organizó y perpetró el 9/11 y las otras operaciones de “bandera falsa”. Es interesante que los representantes de este grupo pueden hacer una carrera más rápida en RT. El tercer grupo de los apáticos incluye el resto que acaba de simplemente hacer el trabajo, sólo hace lo que tiene que hacer para la ganancia monetaria. «Jugar el juego» en RT tiene sus beneficios tangibles, como los aumentos de sueldo y los beneficios psicológicos como la aceptación y la alabanza. Una última cosa es que la sala de redacción de RT es una caja de resonancia de las creencias anti-occidentales y de creencias críticas exageradas, donde en el vacío, la gente puede ser atrapada.
Se puede discutir que los medios rusos atienden a una franja, su audiencia es insignificante y no merece la atención o el tiempo del día para la crítica. Sin embargo, como ex empleada, me preocupa la cultura del odio, el extremismo, y la paranoia que propagan los medios de comunicación de Rusia. Como se ha visto con la subida del Estado Islámico y otros grupos extremistas, una ideología de odio no hace falta tiene que ser una cosa muy popular para ser peligrosa.
*Los nombres fueron cambiados
Autor: Liz Wahl, the Institute for Statecraft