Fuente: Alvaro Alba, para Martí Noticias
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Este 29 y 30 de septiembre en Ucrania se conmemora el 82 aniversario de la masacre de Babyn Yar (Babi Yar). En esa localidad cercana a Kyiv y en esas mismas fechas pero en 1941, las tropas nazis asesinaron a casi 34.000 judíos, en lo que se recuerda como una de las mayores masacres de la Segunda Guerra Mundial.
Esta semana, el presidente de Ucrania, Vlodomyr Zelenskyy, visitó el memorial y rindió homenaje a las víctimas de aquel crimen.
Junto con el mandatario, funcionarios de la administración presidencial y el gobierno, familiares y descendientes de las víctimas de Babyn Yar, antiguos prisioneros del gueto y supervivientes de los campos de concentración nazis, así como rabinos, participaron también en el homenaje a la memoria de los judíos ejecutados y otras víctimas de los nazis.
Durante el acto, representantes de organizaciones religiosas judías recitaron una oración conmemorativa.
«Gracias por encontrar la oportunidad de estar hoy aquí, conmemorando la memoria de las víctimas de Babyn Yar, la represión nazi y el Holocausto. Doy las gracias a los representantes religiosos judíos que han rezado por la memoria de las víctimas de Babyn Yar», dijo Zelenskyy en el acto.
La propaganda rusa sobre «desnazificación» y el peregrinaje a Uman
El gobernante ruso Vladimir Putin declaró en su primera alocución tras la invasión a Ucrania el 24 de febrero del 2022, que los objetivos de esta eran la “desmilitarización y desnazificación de Ucrania”, insistiendo en la amenaza del ejército ucraniano a Rusia y la afirmación de que el país lo gobierna una junta neonazi.
En enero del 2023, durante la recordación de las víctimas del Holocausto, repetía Putin las acusaciones. El canciller Sergey Lavrov recibió críticas de Israel al comentar sobre el judaísmo de Hitler y el antisemitismo de los judíos. En junio, enviados rusos ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya afirmaban que el gobierno ucraniano lo integran “neonazis”.
Según el embajador ucraniano Ruslan Spirin, enviado especial de Ucrania para América, la propaganda de Moscú simplemente «usa pretextos falsos y mentiras cínicas» para manipular a la población y acusa a sus vecinos de hacer, precisamente, lo que ellos hacen.
Desde el 15 al 17 de septiembre pasado se celebró el Nuevo Año Judío (Rosh Hashana) y para celebrarlo, viajaron a Ucrania más de 37 mil peregrinos jasídicos.
Reportes de la prensa ucraniana reseñan sus visitas a la tumba del rabino Nahman de Breslev, una de las más importantes figuras de esa corriente ortodoxa del judaísmo. La tumba se encuentra en Uman, una ciudad en la mitad del camino entre Odesa y Kyiv, en la región de Cherkasy, que en abril de este año fue blanco de ataques de misiles rusos, que dejaron un saldo de 23 fallecidos, incluidos seis niños.
De nada valieron las advertencias del peligro de guerra o los gritos de Moscú sobre el “neonazismo” ucraniano. Los peregrinos no vacilaron en hacer el viaje. Arriban desde Israel, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Holanda, y otros países europeos. Entran a Ucrania por Moldavia, Polonia, Rumania, Hungría, Eslovaquia. Entran cantando, rezando, leyendo, llenos de maletas, con sus libros. Lo hacen en trenes, autos o autobuses; el espacio aéreo de Ucrania está cerrado desde el inicio de la invasión.
Al morir Nashman de Breslev en el siglo XIX, su tumba se convirtió de inmediato en punto de peregrinación. Pero la implantación del bolchevismo en Ucrania, su integración forzada a la URSS hizo que se suspendieran las actividades religiosas en un país ateo, donde la persecución religiosa era común.
Desde mediados de la década del 20 en el siglo pasado cesaron las peregrinaciones, aunque de manera clandestina se realizaron varios viajes. Estas peregrinaciones fueron retomadas en la época de la Perestroika y con la independencia, en 1991, la tumba se declara centro histórico-cultural y de nuevo comienza a ser destino de las peregrinaciones masivas.
En esta ocasión, la policía ucraniana recibió ayuda de sus colegas israelíes, quienes viajaron a Uman para patrullar, de manera conjunta las calles de la urbe. Para las labores conjuntas, se creó en Uman un centro de situación móvil equipado con todas las capacidades técnicas para controlar y garantizar la seguridad en las calles durante las celebraciones del Año Nuevo judío.
Tanto ucranianos como israelís velaban por el orden en esas jornadas, colaboraban para mantener la tranquilidad y el respeto hacia una comunidad que buscaba la celebración espiritual en medio de una guerra.
Al finalizar la festividad, regresaron de nuevo a sus países. Uno de los peregrinos, Merdi Lichter, dijo a Radio Free Europe/Radio Liberty que temía más «no celebrar Rosh Hashaná en Umán que venir a un país devastado por la guerra».
«Putin quiere que vivamos con miedo, pero para nosotros no es nadie», declaró el religioso.
En el punto fronterizo de Mayaky/Palanka, uno de los más emblemáticos en el sur de Ucrania, que une la región de Odesa y la provincia moldova de Stefan Voda, estuvo bien abarrotado el lunes 18 de septiembre, cuando ya regresaban los miles de peregrinos.
La peregrinación ya es un rito anual, donde decenas de miles de judíos jasídicos visitan ese lugar sagrado en Ucrania, recordó el diplomático ucraniano Spirin, encargado de las relaciones con Latinoamérica.
Legado de Babyn Yar durante la invasión rusa
Los expertos consideran la matanza de Babyn Yar como uno de los mayores y más atroces crímenes de la Segunda Guerra Mundial. En marzo del 2022 el monumento allí existente recibió impactos de misiles rusos.
Ahora Ucrania rinde homenaje anual a las víctimas de la masacre, y repiten el “Nunca más», lema y principio que se recuerda para evitar la repetición de aquellos aterradores días de finales de septiembre de 1941.
Las autoridades ucranianas han declarado que mantienen la cooperación con otros países para prevenir el resurgimiento del racismo, el odio étnico y las ideologías totalitarias o antihumanas y piden a la comunidad internacional que se una a la conmemoración de las víctimas de Babyn Yar.
La presencia de decenas de miles de hebreos en Ucrania para tan importante celebración, la labor conjunta de las fuerzas del orden israelí en Uman y el respeto de las autoridades ucranianas por los judíos ortodoxos, como ha señalado Kyiv, son muestras de la falacia del Kremlin de que su invasión busca la «desnazificación» de Ucrania.
Spirin recordó que el tema de la nacionalidad, en época soviética, venía con una estampa en el pasaporte, que determinaba el acceso a la educación y a los puestos de trabajo.
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