Fuente: Centro de las Comunicaciones Estratégicas y de la Seguridad de la Información
El 22 de mayo, la Asamblea Parlamentaria de la OTAN calificó de «ruscismo» al régimen político de la Federación Rusa moderna en la Declaración de apoyo inquebrantable a Ucrania. De este modo, esta primera vez que este concepto figura en un documento oficial internacional. Y esta puede considerarse la primera respuesta a la Declaración de la Verjovna Rada de Ucrania «Sobre el uso de la ideología del ruscismo por parte del régimen político de la Federación Rusa, condena de los fundamentos y prácticas del ruscismo como totalitarios y misántropos», aprobada por el Decreto del 2 de mayo.
¿Por qué Ucrania descubrió el ruscismo?
“Ruscista” es el nombre que se le dio a los rusos que están activamente involucrados o apoyan la agresión contra Ucrania. La invasión a gran escala amplió el alcance de este concepto a los medios, comentarios de políticos y comentaristas. Tras el descubrimiento de los crímenes de Bucha y de Mariúpol, su significado fue mucho más allá del troleo contra la propaganda rusa, que mecánicamente repite que los ucranianos son fascistas y nazis.
En 2022, Rusia intentó aniquilar a todo un pueblo mediante la planificación de un etnocidio a través de asesinatos, represiones y reeducación de millones de ucranianos para convertirlos en rusos a la fuerza. Este salvaje intento de borrar una nación tiene lugar en una era tecnológica en la que ya no es posible destruir u ocultar información. Las personas que soportaron los horrores de la Segunda Guerra Mundial y fueron los fundadores formales del actual sistema internacional, las Naciones Unidas, fueron elegidas como víctimas de la masacre del Kremlin.
A menudo, en Occidente se dan cuenta de que Putin es el mal absoluto, un líder chovinista totalitario con objetivos imperiales coloniales. Pero la descripción de la Rusia moderna en términos de «fascismo»/»ruscismo» sigue siendo inusual y controvertida allí. Sin embargo, aparte de Putin, hay una idea más grande en Rusia que empuja al pueblo ruso al crimen. Esta fuerza impulsora debe aprenderse a reconocer y etiquetar.
El concepto de “ruscismo”, aunque provenga de géneros bajos de comunicación social, describe perfectamente la esencia del mismo, y, por lo tanto, se proporciona para la comprensión conceptual.
La resolución del parlamento define el ruscismo como una ideología y una práctica, cuya formación estuvo influenciada por:
1. El chovinismo y el imperialismo rusos;
2. El régimen totalitario soviético;
3. El nacionalsocialismo alemán (nazismo).
Se puede interpretar que el ruscismo es el revanchismo radical ruso, que busca venganza por la sensación de humillación, causada por el colapso de la Unión Soviética. Es más, el ruscismo no es sólo una visión del mundo distorsionada por el odio, sino la aprobación del terror, el asesinato, la tortura, y también una negación fundamental de la realidad, que legitima mentiras desvergonzadas en interés propio.
El historiador Timothy Snyder habló de una característica tan básica del ruscismo como una mentira. “Fascistas llamando a otros “fascistas” es fascismo llevado a su extremo ilógico como un culto a la locura. Este es el extremo de distorsionar la realidad a través del odio, donde la propaganda es pura demanda… Lo llamé “esquizofascismo”. Pero los ucranianos tienen una formulación más elegante. Lo llaman “ruscismo”, escribió Timothy Snyder en una columna para el New York Times titulada “Debemos decirlo. Rusia es fascista».
En cuanto al terror, podemos recordar que la URSS fue creada por revolucionarios fanáticos que rendían culto a la violencia en la lucha contra los adversarios ideológicos y como medio de reestructuración radical del orden social. A lo largo del siglo XX, Moscú apoyó movimientos terroristas en todo el mundo como herramienta de confrontación geopolítica con Occidente. La opinión pública en el mundo desconoce que la gran mayoría de los ideólogos y propagandistas en la Rusia moderna son abiertamente estalinistas, portadores de ideas y prácticas bolcheviques, en particular debido a su conexión genética directa con los servicios especiales soviéticos.
En la televisión estatal rusa resuenan abiertamente llamamientos no ocultos al terrorismo contra los residentes pacíficos de las capitales europeas. Así, el experimentado “experto» al servicio del régimen, Igor Shyshkin, declara: «Si Francia suministra armas que matan a los rusos, entonces la sangre debería correr por las calles de Francia. Si Alemania suministra tanques que matan soldados rusos, debería haber sangre en las calles de Alemania. Ahora están peleando contra nosotros con manos ajenas. Hay más que suficientes personas dispuestas a luchar con ellos. Así que nosotros también tenemos que golpearlos con manos ajenas. … Para que se den cuenta de que es peligroso para ellos y se asusten. …¿Y qué, no hay enemigos en Inglaterra? ¿Por qué este o aquel luchador contra el colonialismo británico del pasado no está usando misiles Javelin en Londres ahora? Y en Francia… ¿no hay combatientes a los que les gustaría convertir Notre Dame en una mezquita? ¡Los hay! Deberían tener los Javelin, los Stinger…». Y este es solo uno de los miles de ejemplos similares de la retórica terrorista de Rusia.
Al definir qué es el ruscismo, vemos rasgos comunes con el estalinismo y el nazismo. Ambos regímenes no solo son similares en sus prácticas totalitarias, sino que también tuvieron la experiencia de una amistad basada en un odio común hacia Occidente. No hay nada sorprendente en el hecho de que el comunismo soviético renaciera en el fascismo ruso. Una de las paradojas que podrán considerar los futuros historiadores será la cuestión de por qué el mundo no percibía a la Rusia fascista como tal.
Ruscismo como revanchismo imperial
¿Qué es lo que dicen los propios ruscistas? Aleksandr Duguin, quien es la cara del fascismo ruso y aparece a menudo en los medios estatales rusos como el principal ideólogo de Rusia, describió la emoción que dio origen al ruscismo de la siguiente manera en 1997 en el artículo «Fascismo: sin fronteras y rojo«:
“El fascismo es nacionalismo, pero no cualquier nacionalismo, sino revolucionario, rebelde, romántico, idealista, que apela a un gran mito y a una idea trascendente, que busca realizar el Sueño Imposible, para dar a luz a una sociedad de héroes y Superhombres, para transformar y mejorar el mundo. …El fascista ama lo animal, lo sobrehumano y lo angelical al mismo tiempo. Le gusta el frío y la tragedia, no le gusta el calor y la comodidad. Danza y ataque, moda y agresividad, exceso y disciplina, voluntad y gesto, fanatismo e ironía se arremolinan en los revolucionarios nacionales, jóvenes, iracundos, alegres, intrépidos, apasionados y sin fronteras. A ellos les corresponde construir y destruir, gobernar y ejecutar órdenes, llevar a cabo la limpieza de los enemigos de la nación y cuidar con ternura a los ancianos y niños rusos».
El propio Duguin se llamó a sí mismo un revolucionario del conservadurismo y un «bolchevique nacional».
El libro, escrito en el mismo 1997, «Fundamentos de Geopolítica», como escribe la BBC, encontró adeptos entre las fuerzas de seguridad rusas. Este trabajo se convirtió en un libro de texto de la Academia Militar del Estado Mayor de Rusia, y Duguin fue profesor en la academia. La publicación «Espectro» señaló que Duguin cita con asiduidad y ampliamente el libro de texto de geopolítica recomendado por el Ministerio de Educación de la Federación Rusa.
El padre de Duguin era un oficial militar de alto rango, teniente general del GRU (servicios de inteligencia) del Estado Mayor de la URSS.
En el artículo ya mencionado «Fascismo: sin fronteras y rojo», Duguin habla de perspectivas increíbles: «El escritor fascista francés Robert Brasillach, antes de su muerte, pronunció una extraña profecía: «Veo el ascenso del fascismo en el Este, en Rusia, el fascismo no tiene fronteras y es rojo». Nota: no el capitalismo nacional descolorido, marrón-rosado, sino el amanecer deslumbrante de la nueva Revolución Rusa, el fascismo tan ilimitado como nuestras tierras y rojo como la sangre.
Para entender que el ruscismo es una continuación del estalinismo y el bolchevismo, se puede mencionar otra cita de Duguin en 2012: “Stalin es una figura constante en la historia rusa, la mitología rusa… Nosotros somos Stalin. Stalin es nuestra sociedad. Nuestra sociedad no puede existir sin Iván el Terrible, Pedro I y Stalin. Este es el arquetipo del padre del pueblo, el líder, la persona bajo la cual Rusia logró un ascenso y un poder sin precedentes, aunque estuvo acompañado del precio de colosales sacrificios, estos sacrificios se realizan como pago necesario por la grandeza. Stalin es una constante«. Al mismo tiempo, en 2007, el investigador Andreas Umland registró la influencia de las ideas del Tercer Reich en Duguin.
Estos conceptos teóricos místico-románticos se convirtieron en ruscismo, una ideología que encendió la guerra más grande en Europa en los últimos 80 años en aras de los intentos de restaurar el imperio. Una peculiaridad es que el ruscismo llevó a los rusos a pelear con las personas con las que muchos de ellos tienen una u otra conexión en forma de familiares o conocidos, obligándolos de hecho a traicionar estas relaciones personales entre personas.
El ruscismo nació del fracaso en la construcción del estado ruso y la formación de la nación civil rusa después del colapso de la Unión Soviética.
«Mientras que la mayoría de los demás países postsoviéticos pudieron, lo que se llama, «realizarse», la Federación Rusa puede llamarse failed state, es decir, un Estado fallido. En la imaginación de las masas, sigue siendo un fragmento de la URSS, que estaba apretujado en las fronteras de 1991, en las fronteras del país más grande del mundo. En el intento de «acumular tierras» en algún lugar del extranjero, Moscú es al mismo tiempo incapaz de hacer que sus propias posesiones sean felices y prósperas. En Rusia reina la tiranía, la injusticia social, la ruina económica y la intolerancia a la alteridad. En realidad, este modelo es exportado por los ruscistas a los territorios conquistados en el curso de guerras de agresión. Esta es una «búsqueda de sí mismo» tan dolorosa y problemática de un organismo mentalmente insano para los demás”, considera el empleado del Centro de Comunicaciones Estratégicas, Maksym Mayorov.
Esto muestra paralelismos con el siglo XX. Los bolcheviques soñaban con una revolución mundial, pero se vieron obligados a conformarse con «la construcción del socialismo en un solo país», por lo que no percibieron las fronteras del territorio de su dominación como una constante. Los nazis tampoco apreciaron la República de Weimar, formada después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Después de llegar al poder, no solo rechazaron las fronteras y los símbolos estatales de esta república (introduciendo la esvástica), sino que también proclamaron la prioridad de la raza sobre el estado.
«El hecho de que Rusia supuestamente tenga derecho a gobernar a sus vecinos es un tema principal de la historia rusa durante muchos siglos. Por lo tanto, Putin podría encontrar fácilmente la justificación de sus acciones en Stalin o en el período zarista. Porque la historia de la dominación rusa sobre sus vecinos es antigua”, cita la BBC a la historiadora estadounidense Anne Applebaum. «La ideología que les da la justificación de tales acciones es una especie de imperialismo. ‘Nosotros somos un estado que tiene derecho a existir, y ellos son un Estado que no tiene derecho a existir’. Entonces, cualquiera que sea la palabra que elijamos para describir esta ideología, estamos tratando con una ideología imperial dirigida al genocidio y al exterminio”. Entonces, el ruscismo se mezcla con el imperialismo y la supremacía y a la vez con el complejo de la propia inferioridad.
Ruscismo y condena legal a nivel internacional
«La introducción del nuevo término “ruscismo” en la circulación legal a nivel internacional puede conducir, como sucedió con el fascismo, al reconocimiento de la ideología como un delito y al enjuiciamiento de quienes la promuevan. Estamos sentando las bases para que los parlamentos nacionales de los países continúen promoviendo esta definición”, comentó Yegor Cherniev, vicepresidente del Comité de Seguridad Nacional de Verjovna Rada, sobre la decisión de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN en una entrevista con FREEDOM.
La abogada Margaryta Sokorenko, comisaria del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a quien el Centro de Comunicaciones Estratégicas solicitó evaluar las perspectivas jurídicas de la definición de ruscismo, también habla del beneficio práctico de la aparición del término para la ideología criminal. Discurso directo:
“Cualquier reflejo de tales términos en los actos de las organizaciones internacionales, incluso si son de carácter recomendatorio o declarativo, es ya un reconocimiento internacional de un hecho determinado. Por lo tanto, lo considero una herramienta adicional para la política exterior y la diplomacia.
«Cuanto antes el mundo empiece a llamar a las cosas por su nombre, mejor. Por ejemplo, en la reciente decisión ‘Ucrania y los Países Bajos contra Rusia’, la Corte europea de los Derechos Humanos afirmó claramente que el ejército ruso ha estado operando en las regiones orientales de Ucrania al menos desde abril de 2014, y que los territorios ocupados de las regiones de Donetsk y Lugansk se encuentran bajo control ruso desde mayo de 2014. Esto destrozó por completo el mantra ruso “Ij tam net» (“No están ahí”, ed.) y la tesis sobre algún tipo de conflicto interno en Ucrania, que hasta hace poco se podía escuchar en varias plataformas internacionales de expertos de otros países.
«El reconocimiento por parte de la OTAN del régimen ruso como ruscismo es ya una llamada «soft law» en el derecho internacional, es decir, ya estamos hablando no sólo del plano político e informativo, sino también del jurídico. Y en el futuro, observaremos cómo tal consolidación fortalecerá y caracterizará cada vez más la esencia de Rusia y su política no sólo para los ucranianos, sino también para otros países. Creo que también podría usarse en futuros juicios por el delito de genocidio”.
Como agrega Sokorenko, en su propia experiencia, el reconocimiento a nivel internacional siempre comienza con declaraciones y disputas generales, y luego adquiere un peso real.
Fuente: Centro de las Comunicaciones Estratégicas y de la Seguridad de la Información